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La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 3 de junio como el Día Mundial de la Bicicleta para llamar la atención acerca de los beneficios de utilizarla como un medio de transporte sencillo, accesible, limpio y ambientalmente sostenible.
En nuestro país y alrededor del mundo muchas personas prefieren usar la bicicleta diariamente no solo como pasatiempo, sino como una forma de mejorar su calidad de vida que las motiva a alcanzar sus metas. Y entre esas personas, hay cada vez más mujeres que toman el manubrio de sus bicis y se apropian de las calles, aunque no exista infraestructura segura.
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Y es que como lo dijo en el siglo XIX la feminista y sufragista Susan B. Anthony, al referirse al papel que jugó este invento en la liberación femenina: “La bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que ninguna otra cosa en el mundo”,
“Tu abuelita/abuelito en bici”
María Aurelia Codas, una mujer abocada a compartir todos los días su pasión y beneficios de andar en bicicleta, aprendió en su niñez como muchas, pero no fue sino hasta 20 años atrás que descubrió el placer de la bici durante unas vacaciones en Punta del Este, al costado del Atlántico. Lo recuerda como una aventura placentera cuando el viento está a tu favor y desafiante cuando está en contra.
“Es un desafío que cualquier deporte debe tener para estimular, siempre llegar un poco más allá”, recalca Codas.
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María Aurelia hace hincapié en cómo la pandemia nos está dando lecciones, incluso a muchos gobiernos que comprendieron que lo último que hay que prohibir es la actividad física, porque el o la deportista se cuida más y tiene disciplina. Además de ser una actividad sana, mejora el sistema inmunológico.
“El beneficio está en lo anímico, sobre todo en la parte de la madurez porque te convierte en una mujer segura, levanta la autoestima y te da la fuerza de sentirte capaz e incluso superior al hombre. Me contagié de Covid-19 y con casi 70 años ni me di cuenta. Me siento con la alegría de un niño, la energía de un adolescente y la experiencia de un adulto. Vivir sano y morir sano se consigue con una vida de ejercicio”, añade Codas.
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Comenta que tiene emprendimiento llamado “Tu abuelita/abuelito en bici”, porque quiere demostrar que los abuelos tienen mucho para dar como ejemplo a los hijos y nietos. Está sonriente todo el día y sostiene que “entre locos se entienden”. Plantea reflexionar acerca de qué una persona puede hacer para ayudar a su gobierno de turno para mejorar la salud de la población, ya que es mejor prevenir que curar.
Con el deporte, en este caso el ciclismo, se crea una hermandad y se fortalece el concepto de solidaridad. María Aurelia cuenta que un día andando en bici al costado de la ruta se le rompió el pedal, muchos ciclistas pararon y le ofrecieron ayuda, cuando no hubo caso, caminaron junto a ella casi 20km turnándose para cargar la bicicleta.
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Una biciescuela para aprender a pedalear a cualquier edad
Por su parte, Ruth González es una productora audiovisual de 45 años, entusiasta y motivadora a que otras personas se unan a la cultura de la bicicleta. Define la experiencia como un sinónimo de libertad, le da uso como movilidad, deporte y para desestresarse. Aprendió a pedalear con una bicicleta usada sin frenos a los 9 años y vio a su papá pedalear por primera vez a sus 50, enseñando con su ejemplo que nunca es tarde para aprender algo nuevo.
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Hace 2 años, decidió emprender con una amiga la “Biciescuela”, un proyecto que tiene como objetivo enseñar a andar en bicicleta a personas que no tuvieron la oportunidad. Los alumnos so npersonas de todas las edades y nivel social. Buscan motivar su uso sostenible como movilidad, deporte o hobby.
“Creemos que una ciudad sustentable incluye vehículos alternativos como la bicicleta. También hacemos paseos cortitos para quienes nunca han salido a las calles a pedalear. Enseñar a andar en bici es algo muy gratificante, y saber que luego eso ayuda en su estilo de vida, mucho más”, señala Ruth.
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Añade que hay muchas mujeres que no se animan a salir solas a la vía pública y hacerlo en grupo las incentiva a animarse. Además, es un vehículo sustentable, no contamina y ayuda a mejorar la calidad de vida para mantener la salud física y mental.
“Si bien con nuestras calles y con la educación vial de los conductores aún falta mucho en Paraguay, hay que ir construyendo y ganando esos espacios”, afirma González.
Una pelea constante por el espacio
En el caso de Nadia Cano, periodista de ABC Color, tiene 36 años y aprendió a andar en bicicleta a los 27, y desde ese entonces nunca más se bajó. Fue su hijo, Ulisses, entonces de 7 años, quien le enseñó a pedalear en una canchita de su natal Piribebuy. Hoy corre carreras de aventura, cicloturismo y la utiliza como medio de transporte.
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“Yo uso casi completamente la ruta Mariscal Estigarribia y la Avda. Eusebio Ayala desde San Lorenzo para llegar al diario y es una pelea constante por mi espacio como ciclista. Lastimosamente Paraguay todavía no está preparado para que más personas se animen a utilizar la bici como medio de transporte diario. Nuestras calles están muy estropeadas y aunque cada vez más personas toman conciencia y respetan al ciclista, todavía son muchos los inconvenientes diarios que se debe pasar”, recalca Cano.
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Las razones por las que disfruta de andar en bicicleta se resumen en felicidad, libertad, aventura y amistad. Describe a la bicicleta como la mejor terapeuta, un escape a la cotidianeidad que inspira y reconecta con la naturaleza, especialmente en tiempos difíciles a causa de la pandemia.
Un arma contra el estrés
Belén Ramírez, es una paraguaya de 42 años residente en California hace 10 años, su experiencia personal con la bicicleta empezó desde pequeña y recuerda que usaba la de sus hermanos, muchas veces a escondidas. Cuando cumplía funciones como residente en el Centro Médico Bautista, sacó un préstamo para comprar su primera bicicleta y un auto usado, así intercalaba ambos medios de trasporte. Muchas veces antes de volver a su casa, como manera de desestresarse recorría la Avda. Mariscal López hasta llegar al Palacio de López, incluso hasta lo que hoy es la Costanera José Asunción Flores.
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Fue a vivir 2 años al Chaco por trabajo, llevó su bicicleta y empezó naturalmente toda una cultura de andar en bicicleta, la gente empezó a unirse y así de a poco fue inculcando con el ejemplo el hábito de mantener una vida saludable. Incluso, conoció a su marido en Paraguay y comenta que les unió tener en común el gusto por la bicicleta y el deporte en general.
“A todos los lugares donde voy de misión pregunto si puedo usar una bicicleta, compro una y la dejo como regalo cuando tengo que volver, a todos los lugares donde voy hago eso. Cuando vine a vivir a Estados Unidos, mi marido me pidió matrimonio y me dio una Mountain Bike como anillo de compromiso. Ahora tengo 5 bicicletas; para montañas, rutas, pasear, incluso una eléctrica que recomiendo muchísimo. Entre los dos tenemos como 10 bicicletas”, añade Belén Ramírez.
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Agrega que es una persona que se considera ambientalista, tiene un vehículo híbrido que también usa, pero la bicicleta es su deporte, lo utiliza como salud y terapia para desconectarse, ya que usualmente en la profesión se ven cosas difíciles todos los días.
Entre las diferencias de ser ciclista en Estados Unidos y Paraguay, Belén resalta que el contraste es abismal, porque en nuestro país no están las condiciones. Si bien forma parte de organizaciones que promueven el uso de las bicicletas como medio de transporte, reclama que no hay cultura y no se entiende que las bicicletas es parte del tráfico. En EE.UU, la mayoría respeta al ciclista y la distancia de 1.5 metros entre el vehículo y la bicicleta, además de que hay bicisendas preparadas y en buen estado para su uso.
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“Siempre vengo a Paraguay y en una ocasión invité a una amiga, me comentó que nunca se sintió tan en peligro pasando por Avda. Artigas o la Avda. Mariscal López en bicicleta, fue todo un deporte extremo para ella, y eso que en California solemos ir a la montaña, pero para ella fue más peligroso andar en bicicleta en Paraguay”, finaliza Ramírez.