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A medida que pasó el tiempo, los médicos lograron reducir la cantidad de decesos de los pacientes de coronavirus que están internados en terapia intensiva. Las estadísticas señalan que a nivel mundial entre el 50 y el 70% de los pacientes que llegan a estas unidades logran superar la enfermedad de acuerdo al nivel de gravedad.
Sin embargo, en Paraguay muchos de los fallecimientos que se registran por día ocurren porque los pacientes o no llegan o no tienen disponibilidad de terapia intensiva, afirmó este martes el Dr. Tomás Mateo Balmelli, quien indicó que no existe registro oficial sobre cuántas personas con COVID perdieron la vida por no haber sido internadas en UTI.
“Lo preocupante es que hay pacientes que están falleciendo en terapia, ese es el problema. Hay pacientes que fallecen en los pasillos, en sillas de ruedas, en las esperas. La espera para la primera consulta es muy prolongada. Habitualmente, el paciente que llega a los hospitales públicos está grave, con desaturación”, dijo el doctor en conversación con ABC.
Una de las razones, además de la consulta tardía de los pacientes, es que muchos no conocen la evolución de la enfermedad, que comienza con síntomas leves. En este lapso, la persona se automedica o recibe atención primaria de médicos y, al creer que ya no tendrá complicaciones, no se preocupa por la evolución.
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“Esta enfermedad tiene una evolución muy característica: en los primeros cinco días, las personas son prácticamente asintomáticas, los síntomas son muy leves: dolor de cabeza, cansancio, decaimiento, dolor de panza, diarrea. Pero el COVID te muestra la cara más fea después del séptimo día y las complicaciones respiratorias se presentan entre el día 10 y el día 12”, precisó.
Mateo Balmelli añadió que el paciente que supera el día 10, 12 ó 14 de la enfermedad “es el paciente que habitualmente se salva”. “El alto porcentaje de los pacientes que fallecen, fallece el día 18. Esas son estadísticas mundiales”, sostuvo.
Poca oferta, tratamiento pobre
En ese sentido, el infectólogo criticó la poca oferta de medicamentos que hay dentro del sector público para tratar a los pacientes de COVID, indicando que lo más básico es el oxígeno. “Se les ofrece algo muy básico: tanques de oxígeno, anticoagulantes, antibióticos. Acá no podemos usar por ejemplo el remdesivir, que es un antiviral con evidencia moderada y evita que en la etapa en la que el paciente comienza a demostrar insuficiencia acorta la estancia del paciente en los hospitales”, expresó.
El doctor habló de una “inequidad” en la atención. Sobre el remdesivir, por ejemplo, indicó que es un medicamento que se produce en Paraguay pero que no está dentro del protocolo de atención de los pacientes de coronavirus. Sin embargo, muchos médicos lo prescriben o piden usarlo para el tratamiento, especialmente dentro del sector privado.
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Este medicamento, aseguró, acelera la rotación de pacientes en los hospitales; es decir, dejan los centros médicos más rápido por una recuperación efectiva. Como hecho anecdótico, contó que Brasil está buscando comprar toda la producción de remdesivir del Paraguay.
Mateo Balmelli dijo que este hecho demuestra una clara inequidad y falta de coordinación entre el sector privado, público y universitario.
Vacuna, la única herramienta contra la pandemia
El Dr. Mateo Balmelli aseguró que la única herramienta que podrá terminar con la pandemia es la vacuna contra el COVID. Manifestó además que el mundo debe entender que una distribución equitativa es lo más importante inclusive para evitar no solo “olas” del nuevo coronavirus, sino una nueva pandemia dentro de la que actualmente se vive.
“Es importante que el mundo sea solidario en la entrega de vacunas. Si el mundo no empieza a repartir vacunas, muy probablemente el COVID-19 se va a apoderar del mundo. Si no salimos juntos, no salimos de la pandemia”, señaló.
El médico agregó que “la única manera de salir de la pandemia es previniendo la infección”. “O el mundo entiende eso, o el COVID se apropia del mundo”, insistió.
Sobre la vacuna de AstraZeneca, que es la repartida por el mecanismo Covax, dijo que es una “buena vacuna” y que no hay que tener miedo de las vacunas en general.
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La de AstraZeneca/Oxford está siendo aplicada con supervisión posterior a las personas que las reciben, por algunos diagnósticos de trombosis en Europa, lo que motivó a países de ese continente a posponer la distribución durante un breve tiempo.
“La agencia europea hace solo un llamado para hacer una supervisión de los pacientes que recibieron, no dice suspender (…) Creo que es una vacuna buena, yo me la apliqué. En los desarrolladores de vacunas hay una pulseada política. Va a comenzar una puja importante en términos importantes y políticos. La única forma de salir de la pandemia es evitando la infección y eso se hace con las vacunas”, finalizó.