Depresión, ansiedad, encierro y angustia: el daño de la pandemia a la salud mental

Mientras el nuevo coronavirus llegaba a nuestro país a inicios de 2020, Sofía comenzó a experimentar ataques de pánico que se fueron intensificando a medida que pasaban las semanas. Las informaciones sobre las muertes masivas, sumadas al encierro de la cuarentena y la sobreexposición a las noticias negativas, causaron nuevos episodios de afecciones de salud mental y empeoraron los ya preexistentes. El caso de Sofía es uno entre cientos de miles de historias de paraguayos que en su mayoría padecen ansiedad y depresión, los principales efectos colaterales del COVID-19.

La ansiedad, la depresión, el estrés y la sobrecarga informativa causaron grandes daños a la salud mental de la población paraguaya, ya afectada sobremanera por este tipo de enfermedades.
La ansiedad, la depresión, el estrés y la sobrecarga informativa causaron grandes daños a la salud mental de la población paraguaya, ya afectada sobremanera por este tipo de enfermedades.ABC Color

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El COVID-19 no solo causa estragos en la salud física, sino también en la mental. Nuevos episodios de ansiedad y depresión se conocieron desde el inicio de la pandemia en Paraguay, en marzo de 2020. Estos se sumaron a los ya oscuros números que exponían las estadísticas a nivel país, lo que demuestra una urgencia para cambiar el abordaje y el tratamiento de este tipo de enfermedades.

El informeDepresión y otros trastornos mentales comunes. Estimaciones sanitarias mundialesde la Organización Panamericana de la Salud, uno de los más recientes en cuanto a estadísticas sobre salud mental, sitúa a Paraguay en el cuarto lugar en toda América en cuanto a cantidad de pacientes diagnosticados con depresión. Un total de 332.628 personas padecen la enfermedad, lo que representa una tasa del 5,2% en la población.

La lista en la región la encabeza Estados Unidos, el país con más depresión en América. Allí, la tasa es del 5,9% de su población, estimada es unos 400 millones de personas. Siguen Brasil, con 5.8%; Cuba, con 5,5%, y en el quinto lugar, después de Paraguay, está Trinidad y Tobago, con también el 5,2% de su población con depresión.

Paraguay es el cuarto país en toda América en cuanto a cantidad de pacientes diagnosticados con depresión según el informe “Depresión y otros trastornos mentales comunes. Estimaciones sanitarias mundiales” de la Organización Panamericana de la Salud.
Paraguay es el cuarto país en toda América en cuanto a cantidad de pacientes diagnosticados con depresión según el informe “Depresión y otros trastornos mentales comunes. Estimaciones sanitarias mundiales” de la Organización Panamericana de la Salud.

En cuanto a los índices de enfermedades mentales derivadas del trastorno de ansiedad, Paraguay se encuentra peor. La lista en América la encabeza Brasil, con un 9,3% de su población afectada, y en segundo puesto ya figura Paraguay, con 7,6%. Un total de 483.755 paraguayos estaban diagnosticados con ansiedad hasta 2017. Siguen la lista Chile, Uruguay y, en un quinto puesto, Estados Unidos.

En cuanto a los índices de enfermedades mentales derivadas del trastorno de ansiedad, Paraguay se encuentra en el segundo puesto en toda América.
En cuanto a los índices de enfermedades mentales derivadas del trastorno de ansiedad, Paraguay se encuentra en el segundo puesto en toda América.

Efecto colateral del COVID-19

La llegada del virus SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, afectó la rutina de las personas en todos los rincones del mundo. En Paraguay evidenció el déficit que tenían los servicios de salud para el tratamiento de las personas afectadas en su salud mental.

La cuarentena total y el aislamiento hicieron que preponderen las teleconsultas a través de teléfonos y las videollamadas, modalidades que perdurarán en el tiempo, según el Dr. Luis Taboada, de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública. Sin embargo, el distanciamiento social hizo también que muchos cuadros de ansiedad, depresión y trastornos bipolares evolucionen sin el tratamiento o el abordaje correcto hecho por especialistas.

“Todo lo que fueron las medidas sanitarias no repercutieron directamente, sino que indirectamente —a través del encierro y con mucho impacto— en la salud mental. Hubo más abuso de sustancias, aumento del consumo de alcohol, agresividad, violencia, no solamente intrafamiliar –que ya era en prepandemia una realidad nuestra– sino una violencia que podemos ver todos los días a través de los medios, de los videos que se viralizan todos los días”, explicó Taboada.

Con este panorama, los casos de ansiedad y depresión aumentaron. Los cuadros existentes antes de la llegada del virus se descompensaron y hubo otros varios nuevos. Taboada habló también de lo mucho que afectó a los niños, adolescentes y jóvenes abandonar las clases presenciales y cambiarlas por las virtuales, lo que generó también situaciones que afectaron a la salud mental por la ruptura del esquema de socialización del que formaban parte.

Como dato resaltante, contó que la línea 154, habilitada por el MSP para agendar los hisopados COVID, atendió en un inicio a pacientes con síntomas de enfermedades mentales y que muchos eran adolescentes y jóvenes. También los médicos, enfermeras y personal administrativo de los hospitales sintieron el impacto de la pandemia a raíz de las situaciones estresantes que sufrieron y continúan sufriendo por el contexto actual de falta de camas, medicamentos e insumos básicos.

Ansiedad y depresión

Según la Organización Panamericana de la Salud, los desórdenes depresivos implican “la tristeza, la pérdida de intereses o placer, sentimientos de culpa o automarginación en cuanto a la importancia de la persona en la sociedad, alteraciones en el sueño o el apetito, sentimiento frecuente de cansancio y poca capacidad de concentración”.

La depresión, resalta el reporte de la OPS, puede “durar o ser recurrente, alterando la capacidad de función de una persona en el trabajo y la escuela, o de lidiar con la vida diaria. Cuando es más severa, la depresión puede llevar al suicidio”. Los episodios pueden ser suaves, moderados o severos.

Los desórdenes de ansiedad, por su parte, se caracterizan por episodios de ansiedad y miedo, que incluyen ataques de pánico, fobias, ansiedad ante el trato social, trastornos obsesivos compulsivos y estrés postraumático. Los casos también pueden ir de leves a severos.

El agravamiento de estas enfermedades supone no solo un sufrimiento para la persona, sino también puede llevar, como se mencionó, al suicidio. La curva de casos en los últimos años fue en aumento y el promedio de fallecimiento de personas que se quitan la vida es de entre 350 y 400 por año.

Taboada dijo que dentro del Ministerio de Salud se habló sobre la posibilidad de manejar también una curva de suicidios, similar a los casos y decesos por COVID, que se actualice con cierta periodicidad para que los números den, sobre la marcha, un panorama para hacer campañas de prevención que apunten a poblaciones específicas según el comportamiento del gráfico.

“Con un factor como la pandemia no vamos a esperar que los casos de suicidio disminuyan. Hay que mejorar el subregistro, atender de forma diferente todo lo que son lesiones o tentativas suicidas. También la violencia y la agresión, que requieren un abordaje que sigue siendo un problema para nuestros medios”, señaló el doctor.

Hay una serie de recomendaciones que pueden ayudar a mejorar la salud mental.
Hay una serie de recomendaciones que pueden ayudar a mejorar la salud mental.

Las historias detrás de los números

Una serie de historias reales expuestas con nombres ficticios para cuidar la privacidad de los entrevistados exponen cómo las personas experimentaron este lapso inédito para todo el mundo que, sin dudas, dejará sus secuelas con el tiempo.

Montserrat: “Reconocer los problemas, identificar las causas”

¿Qué enfermedad mental sufrís? ¿Desde cuándo? ¿Tuviste un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia?

Sufro de ansiedad desde marzo del año pasado. Los episodios se intensificaron durante la pandemia, con una mejoría desde este año.

¿Qué acciones tomaste para tratarte? ¿Cómo te sentís ahora?

Consulté con una psicóloga y también con una nutricionista, ya que afectó mucho en mi alimentación. Ahora me siento mejor, pero todavía tengo ciertos ataques de pánico también.

¿Algún mensaje que quieras dejar para las personas que sufren enfermedades mentales?

Que busquen ayuda, el primer paso es que puedan reconocer que no están bien y, luego, que es normal acudir a profesionales de la salud, que no lo vean como algo negativo, porque es de suma importancia entender lo que alimenta esa ansiedad, identificar las causas posibles, reconocer las emociones y comportamientos que van obstaculizado nuestra vida.

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María: “Seguir con la terapia hasta estar plenamente recuperados”

¿Qué enfermedad mental sufrís? ¿Desde cuándo? ¿Tuviste un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia?

Trastorno de ansiedad, con ataques de pánico cuando llega al punto máximo. El trastorno de ansiedad desde chica, pero se intensificó en pandemia. Los ataques de pánico fuertes sí fueron en pandemia.

¿Qué acciones tomaste para tratarte? ¿Cómo te sentís ahora?

Consultas online con mi psicólogo que me ayudaron bastante. Actualmente mejor, pero como mi familia está con COVID, los ataques fuertes son constantes.

¿Algún mensaje que quieras dejar para las personas que sufren enfermedades mentales?

Que no hagan de menos la terapia. Sentir bienestar al principio no es signo de recuperación completa, hay que seguir hasta alcanzar el bienestar al 100%.

Lucas: “Cuiden su salud mental, consulten a tiempo”

¿Qué enfermedad mental sufrís? ¿Desde cuándo? ¿Tuviste un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia?

Depresión severa, ansiedad y ataques de pánico. Depresión ya la venía arrastrando, pero sin tratarme porque no me consideraba enfermo. Ansiedad y ataques de pánico empezaron durante la pandemia, y la depresión se agravó. Perdí mi trabajo y me separé.

¿Qué acciones tomaste para tratarte? ¿Cómo te sentís ahora?

Cuando aún tenía seguro, pude consultar. Tratamiento con venlafaxina, clonazepam y zolpidem. No me siento mejor. La provisión de remedios y las consultas pararon durante la pandemia. Nadie pensó aparentemente que es algo importante. Me cuesta levantarme para hacer nada.

¿Algún mensaje que quieras dejar para las personas que sufren enfermedades mentales?

Cuiden su salud mental, consulten a tiempo. Vivimos en un país en donde hasta se considera vergonzoso. Yo perdí todo debido a la depresión. Mi trabajo y mis hijos. Consulten. Hablen. Sean abiertos. No esperen a caer en alcoholismo o al final de una soga. Quiéranse. Respeten a su mente.

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Sofía: “No tengan miedo de pedir ayuda profesional”

¿Qué enfermedad mental sufrís? ¿Desde cuándo? ¿Tuviste un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia?

Me diagnosticaron trastorno de pánico en febrero del 2020. Mi primer episodio fue antes de la pandemia. En marzo de 2020 tuve los ataques más intensos; después de unos meses con medicación y terapia virtual mejoré. Después, cuando comenzaron a subir mucho los casos, tuve varias recaídas, especialmente en los últimos dos meses.

¿Qué acciones tomaste para tratarte? ¿Cómo te sentís ahora?

Cuando tengo recaídas le llamo a mi psicóloga y también tomo ansiolíticos por un tiempo determinado. Si los síntomas son muy intensos, le llamo a mi psiquiatra. Estoy mejor, ahora mismo no estoy medicada porque fui constante con la terapia.

¿Algún mensaje que quieras dejar para las personas que sufren enfermedades mentales?

El mensaje que les dejo es que no tengan miedo de pedir ayuda profesional, de consultar con un psicólogo y con un psiquiatra. La terapia ayuda muchísimo y te puede cambiar la vida, te puede ayudar a mejorar significativamente tu calidad de vida.

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Carolina: “Rodearse de personas positivas que aporten y colaboren”

¿Qué enfermedad mental sufrís? ¿Desde cuándo? ¿Tuviste un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia?

Estrés, desde antes de asumir un puesto laboral de relevancia, pero ya traía cierto estrés anterior. Se intensificó durante la pandemia. Tuve sueño interrumpido o activo (sin descanso profundo), poca tolerancia o paciencia, reacciones enérgicas y cierta adicción al trabajo.

¿Qué acciones tomaste para tratarte? ¿Cómo te sentís ahora?

Intensifiqué la actividad espiritual, lectura de libros no vinculados a las actividades laborales (novelas), ver películas. Un poco de piscina en el verano. Y a veces, muy pocas, un relajante para poder dormir.

¿Algún mensaje que quieras dejar para las personas que sufren enfermedades mentales?

No abandonar el tratamiento, alejarse de información catastrófica (exceso de información sobre la pandemia), mayor actividad en familia aprovechando el encierro. Rodearse de personas positivas que aporten y colaboren. Alejarse del estrés y ocuparse de uno mismo, de cosas pendientes que uno posterga.

Incluimos además el testimonio de una madre de un niño de 9 años que fue diagnosticado con TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad) a los 4.

¿Tu hijo tuvo un primer episodio en pandemia o los episodios se intensificaron durante la pandemia? ¿Qué acciones tomaste para tratarle? ¿Cómo se siente ahora?

Ya tenía episodios recurrentes, pero se intensificaron en la cuarentena cerrada. Corría desenfrenadamente, gritaba, hacer preguntas sistemáticas, caminaba en círculos, tenía dificultad para dormir y al día siguiente para levantarse. Está medicado. Está mejor, pero el problema principal sigue siendo la capacidad de atención en las clases virtuales, que implica que atienda, anote, se quede callado y quieto. Además, está en un proceso de apoyo psicológico y psicopedagógico.

¿Un mensaje que quieras dar para las personas que sufren enfermedades mentales?

Pedir ayuda siempre. Buscar, si es posible, actividades que bajen los niveles de ansiedad, desconectarse de las malas noticias (mi hijo se volvió un “epidemiólogo” en tres meses), que parece un signo importante de inteligencia pero que generaba preguntas como: “¿Nos vamos a morir?”, “¿por qué se murió mi abuelo si no tenía COVID?”, “¿qué me va a pasar si me contagio?”.

A medir el impacto

Dos investigaciones locales están en marcha en Paraguay buscando esclarecer el impacto y las necesidades de una población cuya salud mental sufrió mucho durante este tiempo de conmoción no solo en nuestro país, sino en todo el mundo.

La telepsiquiatría, una opción en tiempos de coronavirus

El Dr. Julio Torales, profesor de Psicología Médica y Psiquiatría de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) e investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), es quien lidera, junto a un equipo de profesionales, un proyecto llamado “Implementación de telepsiquiatría en Paraguay: Atención de la salud mental en tiempos de COVID-19”.

El proyecto se impulsó con la Universidad Politécnica y Artística del Paraguay (UPAP), bajo la coordinación del Dr. Ariel Insaurralde, y consiste en la aplicación de una modalidad de telemedicina a la hora de realizar la atención en psiquiatría.

La telepsiquiatría –explica Torales– es una modalidad de atención que se inició en los años ’70 en Estados Unidos. Básicamente, con este proyecto se hace posible que un médico psiquiatra pueda hacer entrevistas y controles a kilómetros de distancia del paciente a través de internet.

La modalidad se implementó en abril de 2020 y continúa hasta hoy. A través de este sistema se atendieron más de 5.500 consultas virtuales entre los servicios de psiquiatría de adultos, infantojuvenil, psicología, consultas particulares para personal de blanco y psicodermatología.

“Las patologías más frecuentes fueron los trastornos del espectro ansioso y los trastornos depresivos”, recordó el investigador, quien añadió que el objetivo principal del proyecto era la continuidad en la atención de pacientes con enfermedades mentales porque, al no tener seguimiento presencial, las descompensaciones y crisis eran más frecuentes.

Los pacientes que hacen teleconsultas a través de este servicio son de casi todos los departamentos del país y la demanda desde su habilitación fue mayor al periodo prepandemia, cuando el sistema funcionaba con muchas más limitaciones antes de la implementación del proyecto, financiado por Conacyt.

“Encontramos que la población acudió a consultar con nuevos cuadros de trastornos de ansiedad y depresión, al igual que descompensaciones de cuadro crónicos. Se encontró que el periodo de aislamiento prolongado, al igual que las condiciones de estrés psicosocial asociadas a la pandemia, ayudó a que estos cuadros se produzcan”, reveló Torales.

El encierro por la cuarentena no solo aumentó los cuadros por ansiedad y depresión, sino que también cambió los esquemas de medicación o las dosis de las drogas que deben recibir algunos pacientes. “También hubo múltiples cambios que debieron hacerse para poder ayudar a pacientes que sintieron el peso de no poder hacer las actividades que anteriormente hacían o no poder estar en contacto con otras personas”, añadió el investigador, que trabaja con un equipo de médicos.

Las personas que atienden las teleconsultas son miembros de la nómina asistencial de la Cátedra y Servicio de Psiquiatría, el Departamento de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia y el Departamento de Salud Mental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción. Los servicios que se prestan son: telepsiquiatría para psiquiatría de adultos, psiquiatría de la infancia y la adolescencia, psicología clínica y psicodermatología.

Además de eso se cuenta con un servicio de urgencias presenciales permanente a través del Departamento de Emergencia de Clínicas que funciona las 24 horas. También el Departamento de Salud Mental de Clínicas brinda servicios exclusivos para funcionarios y estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA.

Números habilitados para consultas telemáticas de Psiquiatría.
Números habilitados para consultas telemáticas de Psiquiatría.

Tecnología, salud mental y pacientes con enfermedades crónicas

La población con enfermedades preexistentes, consideradas crónicas, están mucho más expuestas a los casos graves de coronavirus. El Dr. Luis Taboada habló sobre una bidireccionalidad en cuanto a las enfermedades mentales y las patologías de base.

“A la par de tener una o dos patologías de base, hay no solo más riesgo de una forma de COVID severo, sino también de una enfermedad mental, ya sea depresión o ansiedad. Y padecer depresión o trastorno bipolar también aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades médicas. Esa relación es bidireccional y nos muestra que la salud mental debe estar dentro de los servicios, pero también debe estar en la comunidad, en la sociedad”, señaló Taboada.

Una investigación nacional y con soporte internacional, que también está el pleno desarrollo, fue impulsada desde la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE), a través del Conacyt.

El proyecto, que lleva como título “Tecnología digital para optimizar la salud mental y el bienestar en pacientes crónicos durante la crisis del COVID-19 en Paraguay”, arrancó el 1 de setiembre de 2020 y se prevé que termine el 30 de junio de 2021.

La propuesta busca evaluar la salud mental de estos pacientes con enfermedades crónicas a través de una aplicación instalada en smartphones en la que reciben con frecuencia información y herramientas relacionadas a cómo mejorar las situaciones de ansiedad, estrés y sentimientos negativos generados por la pandemia.

El proyecto que fue adjudicado a la UNAE por el Conacyt tiene también el apoyo, en carácter de instituciones asociadas, del Instituto de Políticas de Bienestar Social (Polibienestar) de la Universidad de Valencia y de Salumedia Labs, de Sevilla, ambas de España.

Para implementarlo, se adaptó una app llamada MejoraCare, desarrollada por Salumedia. La herramienta tiene tres núcleos temáticos relacionados con las formas de protección contra el coronavirus, el cuidado emocional y hábitos saludables que apuntan exclusivamente a los pacientes crónicos. Un total de 139 personas con una o más enfermedades crónicas participan de este proyecto.

“El proyecto es un experimento, por lo que se tiene un grupo de control, donde las personas no reciben la aplicación, y un grupo experimental, donde las personas sí la reciben. Por tanto, al finalizar el periodo de investigación, se verá si hay diferencias significativas. Se mide la calidad de vida, el bienestar y la salud mental”, explicó Matías Denis, del Centro de Investigación y Documentación de la UNAE.

Cada uno de estos pacientes está a cargo de un investigador asociado al proyecto, quien es el que los asesora y supervisa. “Se trata de personas de varias ciudades y distritos de Paraguay, llegando incluso a Pilar o Asunción, por ejemplo, pero con un grueso de pacientes de la zona de Encarnación, Cambyretá y zonas aledañas”, precisó Denis.

El experimento

La herramienta tiene unidades temáticas en forma de textos breves de carácter informativo y educativo. Las personas que están en el grupo experimental y disponen de la aplicación ingresan a ella semanalmente y hacen uso de estas “cápsulas” o “píldoras” educativas. Cada mes, tres meses y seis meses se les hace un cuestionario a ambos grupos para detectar si hay diferencias entre los dos en cuanto a salud mental, calidad de vida y bienestar emocional.

A la fecha, como el proyecto está en pleno desarrollo, aún no hay datos conclusivos en torno a los factores previamente mencionados. La investigadora principal de este proyecto es Rosa Baños, de la Universidad de Valencia, España, y la directora es la doctora Nadia Czeraniuk, rectora de la UNAE.

Una baja inversión

En Paraguay, la inversión en salud mental ni siquiera llega al 2% del presupuesto anual del Ministerio de Salud. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 1,84% está destinado para el tratamiento de este tipo de afecciones. El problema ya data de años anteriores, pero las autoridades jamás priorizaron la salud mental.

Por ejemplo, entre 2006 y 2019, el dinero invertido en este sector creció solo del 1% al 1,84%, es decir un 0,84% en 13 años, sin considerar el crecimiento poblacional. Tampoco este dato se compadece de lo que afirman los médicos y especialistas vinculados al tema, que en Paraguay las enfermedades mentales crecieron en un 40% solo durante la pandemia.

El Dr. Taboada cifró en unos 100 los psiquiatras dentro del sistema de Salud Pública. María Gladyz Méndez, secretaria del Sindicato de Psicólogos de Blanco del Ministerio de Salud Pública, indicó que hasta el año pasado había 220 psicólogos prestando atención en los servicios públicos.

Así, con un análisis rápido y una población de 7.000.000 de paraguayos, hay un psiquiatra por 70.000 personas y un psicólogo por cada 32.000 en el Ministerio de Salud, una cifra ínfima que grita por atención para soluciones más rápidas y prontas, pero habla de salud mental y el cuidado que se merece es, definitivamente, un avance que debe proyectarse a futuro.

Edición gráfica y de infografías: Rocío Gibernau y Leda Sostoa, ABC Color.

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