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La mujer identificada como Lorena Romero denunció que mientras trotaba sobre la avenida Perón, un joven llamado José Salinas la siguió durante tres cuadras, tratando de abordarla y hacerle conversación, sin importarle que ella le pedía que se alejara.
La mujer describió que vivió momentos de miedo mientras era seguida por el supuesto acosador, y que ni bien pudo sacar su teléfono celular comenzó a filmarlo, gritándole que la dejara en paz.
Según Romero, recién cuando el hombre notó que estaban quedando registrados sus actos, argumentó que solo quería recomendarle trotar en sentido contrario.
Insiste en que actuó de buena fe
José Salinas, por su parte, no se quedó callado y se filmó en una serie de videos donde explica su versión, insistiendo en que quiso hacer una recomendación de buena fe y terminó perjudicado.
Pero el caso tomó un nuevo cariz cuando apareció en Twitter un hombre mayor, quien se identificó como padre de una exnovia de Salinas.
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Denuncia por sextorsión
Este usuario de Twitter identificado como Anthony Bir, relató que conoce a Salinas, y que lo tuvo que denunciar por supuestos actos de sextorsión contra su propia hija, con la que Salinas, supuestamente, mantuvo una relación amorosa en el pasado.
Según el padre, su hija le confesó llorando que al terminar el vínculo sentimental este hombre la amenazaba con divulgar sus fotografías íntimas, por lo que tuvo que recurrir a un acuerdo extrajudicial en el que Salinas se comprometió a eliminar y no difundir nunca las imágenes privadas de la joven. ABC TV se hizo eco del caso con todas sus versiones.
Enojo social
En medio de toda la polémica desatada, el enojo social se hizo sentir principalmente en la colectividad femenina, que volvió a recordar que una mujer no tiene por qué explicar sus razones para rechazar la charla o atenciones de un desconocido, pues simplemente, #NOesNO.
Muchos casos similares
La contundente frase se hizo tendencia hoy en Twitter en forma de hashtag, y muchas fueron las mujeres que relataron historias similares, en las que encontrándose solas en la calle, vivieron el terror de ser abordadas sin su consentimiento, temiendo por su integridad, pues muchos hombres no solo se limitan al intento de diálogo, sino que insisten con subirlas a sus vehículos, obligándolas así a pasar por momentos incómodos e innecesarios.