Sin móvil, sin combustible ni viático, los vacunadores cumplen su misión

El sistema de salud tiene deuda de larga data con los vacunadores. En el sur del Alto Paraná, deben recorrer kilómetros usando sus propios vehículos, combustibles pagados con su dinero y costear su alimentación para cumplir su misión de inmunizar a la población.

Luis Antonio Chávez Dávalos continúa su camino a  pie por  un angosto tramo   de tierra para poder vacunar a un niño.
Luis Antonio Chávez Dávalos continúa su camino a pie por un angosto tramo de tierra para poder vacunar a un niño.

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DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA, Dpto. de Alto Paraná (Tereza Fretes Alonso, de nuestra redacción regional de Alto Paraná). A unos 70 kilómetros de esta ciudad, tras un recorrido por caminos de tierra, en algunas partes rocosas y pasando por angostos puentes de madera, se llega a Puerto Irala del distrito de Domingo Martínez de Irala. Hasta esa localidad le acompañamos al vacunador Luis Antonio Chávez Dávalos, quien presta servicios en la Unidad de Salud Familiar (USF) Puerto Irala.

Uno de sus objetivos del día era aplicar dosis a un niño que necesitaba cuatro vacunas del programa regular. Para llegar a la casa del infante ubicada en una comunidad rural distante 15 kilómetros, tuvo que utilizar su vehículo particular, cargar combustible pagado por él y enfrentar un camino rocoso y con pronunciados pendientes.

Con una conservadora de vacunas a cuestas, finalmente llegó a destino y cumplió su cometido: completar su esquema de vacunación al pequeño.

Para su traslado tiene una motocicleta donada por la Gobernación del Alto Paraná, pero está averiada y además no tiene cupo de combustible para su recorrido.

“El auto y el combustible son de mi uso particular. El camino es bastante feo y como en días de lluvia es imposible trasladarse a las comunidades rurales aprovechamos para poner al día nuestros informes y planillas”, relató.

La madre del niño se puso feliz de recibir al vacunador, pues en la zona no hay medios de transporte y le cuesta trasladarse hasta los puestos de salud.

A unos 30 kilómetros de ese lugar acompañamos a Juan José Morel González de la USF de la colonia Itá Vera. Es vacunador y cumple su misión en condiciones similares a las de Chávez Ávalos.

Utiliza una motocicleta de su propiedad y tampoco tiene cupo de combustible, carencias que no le impiden hacer una gira en alejadas colonias para llevar las vacunas para la población infantil.

En ocasiones debe caminar kilómetros en medio de caminos polvorientos y bajo el implacable sol, comentó.

En los dos casos mencionados realizaron el recorrido focalizado, pues tienen registro de todos los niños de la zona y de la situación del esquema de vacunación. Cuando faltan algunas dosis hacen el recorrido.

Ñacunday

Siguiendo con el recorrido hacia el sur del departamento, llegamos al distrito de Ñacunday. Allí la situación es igual de complicada, pues es uno de los distritos más alejados y camino de tierra en un 95%. Los cascos urbanos están muy alejados unos de otros, lo que hace muy difícil el transporte de las vacunas.

Los vacunadores tuvieron que trasladarse unos 65 kilómetros para llegar a la colonia Chacoré, atravesando dificultosos caminos para hacer el circuito de vacunación casa por casa. El distrito no cuenta con ambulancia, pues la única que tenían está descompuesta, por lo que los vacunadores también deben ingeniarse para completar sus recorridos.

El doctor Vicente López, quien desde hace tres años presta servicios en el puesto de salud de la colonia Itaipyte del distrito de Ñacunday, destacó la buena voluntad de vacunadores que no tienen móvil y viáticos para hacer esos recorridos. “Una de las dificultades es la distancia y otro el mal camino, hay que cruzar en balsas y no tenemos viáticos. De nuestro bolsillo pagamos todos los gastos de logística para llegar a esos lugares”, explicó el médico.

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