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El teniente de Aviación de Pilotaje Amado Ariel González, el teniente de Justicia Ismael Villasanti y el suboficial principal mecánico aviador Julio Ojeda vieron alterada su jornada normal del pasado martes, cuando oyeron una explosión, era la aeronave Cessna de la Fuerza Aérea que impactó contra la tierra y alertó a todos en la base de la tragedia ocurrida. Estos tres hombres tiene en común que su instinto les permitió actuar de manera rápida, para salvar al menos a una joven vida.
El primero en llegar fue González, que se encontró con la terrorífica escena de una aeronave de la institución ya envuelta en llamas, y a un constado, no muy lejos de los restos, al joven Zaván Vaccari, al que rápidamente intentó ayudar, no sin antes gestionar la asistencia médica y también el pedido de sofocar las llamas.
“Veo que hay un cuerpo que está a un metro o metro y medio del avión, y sin pensar en nosotros, me acerco yo al cuerpo, pero viendo que es mucho más grande que yo, pido ayuda. En eso yo agarro una pierna, el teniente Villasanti agarró otra pierna y en eso ya llega Ojeda y juntos nosotros le apartamos al cuerpo”, recordó González en su relato al programa Crimen y Castigo de ABC .
“Pudimos finalmente entre tres mover el cuerpo porque era bastante bastante pesado. Él (Zaván) estaba aparentemente en estado de inconsciencia porque no pudimos ver ninguna reacción. Él no podía hablar, no podía mover un dedo, lo que sí, estaba... tenía signos de vida”, destacó por su parte Villasanti.
“Rápidamente le sacamos de ahí porque se estaba incendiando”, remarcó Villasanti sobre el aumento del fuego alrededor de ellos, siempre también con el riesgo latente de que sigan estallando cosas dentro de la aeronave o de los vehículos estacionados que también se consumieron en el percance.
Ojeda, fue el último en llegar porque se encontraba en una zona más alejada, pero tomó su vehículo y rápidamente acudió al sitio del impacto. “Le sacamos más o menos 15 a 20 metros del avión por miedo a que el avión se prenda y pueda explotar, porque tenía todavía... se notaba que tenía signos de vida el joven”, dijo Ojeda.
“Hicimos el intento otra vez de tratar de ayudar a los demás camaradas que se encontraban atrapados. Había uno de ellos que se encontraba también afuera del avión, pero lastimosamente ya no tuve tiempo de llegar, al intentar llegar ya ahí explotó el avión y ya con el humo negro ya perdí la visibilidad”, lamentó Ojeda.
No se consideran “ángeles”
“Yo en particular no me siento un ángel de la guarda, me siento un camarada, un amigo y el cual estaba cumpliendo su deber, mi deber y traté de hacer lo humanamente posible”, afirmó Ojeda ante la consideración general sobre el actuar que podría catalogarse de “milagrosa”. “Sinceramente yo no me siento un ángel de la guarda. Me siento como una persona normal común y corriente”, insistió el suboficial Ppal. Ojeda.
Coincidió en lo mismo Villasanti, que sostuvo: “El instinto del ser humano creo que es muy superior a cualquier otra cosa, entonces cuando le ves a otro ser humano tendido y con signos de vida que podría vivir, entonces yo creo que uno sin dudar le presta el auxilio”. El mismo también cedió mérito al personal de Sanidad y sus otros camaradas que actuaron rápidamente ante la tragedia.
“Habiendo tantas explosiones, había pistolas dentro de un vehículo que estaba explotando, disparándose, pero en el momento uno no piensa y lo primero que hace es la reacción y salvar al camarada que está ahí tendido tras un accidente”, destacó Ojeda también sobre la manera casi instintiva de actuar. Ninguno de los tres pudo presenciar el momento del impacto.