Dos mujeres y un niño usados como escudo

Los 10 asaltantes exterminados hace 20 años en Itakyry llegaron a usar como escudos a dos mujeres y un niño que estaban en la guarida.

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Uno de los uniformados que actuó aquella mañana del 8 de diciembre del año 2000 recordó que cuando cayó muerto el primer delincuente hubo un pedido de tregua desde adentro de la casa de madera.

El cese al fuego había sido peticionado por los maleantes para que pudieran salir las señoras y la criatura.

Los agentes acataron y pusieron a salvo a esas personas inocentes, pero había sido detrás de ellas también salió uno de los asaltantes armado con un fusil y que atacó a traición a la dotación policial.

Obviamente, los uniformados respondieron y dieron de baja a ese criminal, quien resultó ser justamente un colega de ellos, un suboficial de la comisaría de Caaguazú.

Detrás del polibandi salieron disparando otros dos hombres, que resultaron ser sus hermanos Estos también acabaron acribillados, con lo que las bajas de la banda ya eran cuatro hasta ese momento.

En otro costado de la casa, estaba posicionado el único oficial del grupo de policías, quien a su vez portaba el arma más moderna entre sus compañeros, un subfusil Famae calibre 9 milímetros, que le daba la posibilidad de hacer disparos prácticamente en ráfagas.

De hecho, ese oficial se percató de que por su punto de cobertura estaban queriendo escapar cuatro sospechosos, tras lo cual abrió fuego y eliminó a todos.

Hasta hoy, no se conoce de otro policía que haya matado de una vez a más de cuatro malvivientes, aunque supuestamente hubo casos tras la fuga masiva de la cárcel de Emboscada, en 1998, cuando también la Policía tenía carta blanca para actuar contra los presos evadidos.

Ya con su capacidad operativa reducida al mínimo por la muerte de ocho de sus cómplices, los cuatro asaltantes restantes pidieron una segunda tregua, pero después salieron disparando. Una vez más, la puntería de los policías surtió efecto, con la muerte de dos de los cuatro hombres que no pensaban entregarse. Así, se llegó a la cifra de 10 abatidos.

Solo dos miembros de la gavilla escaparon, aunque heridos, al cubrirse mutuamente mientras disparaban sus fusiles estando posicionados de espaldas uno con el otro.

Cuando el jefe del grupo de policías dio la orden de alto al fuego, en la escena había 10 cadáveres, un arsenal de armas tirado y una bolsa llena de plata. Solamente G. 3 millones llegaron a gastar los criminales en asado, cerveza, vino y whisky.

En los días sucesivos, se habló de que hubo una ejecución directa, pero nunca se pudo comprobar nada contra los policías que actuaron.

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