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Desde tempranas horas de esta mañana, numerosas personas devotas de la Virgen comenzaron a escalar los senderos del cerro buscando llegar hasta la cima, donde se encuentra la imagen de la Virgen, en el lugar denominado “Mirador mariano”.
La altura del cerro orilla los 170 metros y, debido a las numerosas pendientes, representa todo un verdadero desafío para quienes se animan a subir.
La misa central estuvo presidida por el obispo del Chaco, quien durante su homilía denunció una vez más las numerosas realidades sociales que aquejan a nuestro país.
Mencionó las sobrefacturaciones en la compra de los insumos de salud de mala calidad y que ya pasaron ocho meses sin que se tenga hasta la fecha castigo ejemplar para las personas que se aprovecharon del dinero del pueblo.
“Los secuestros no acaban en nuestro país, representando esto toda una mala imagen, ya que un país sin libertad ni seguridad es una nación a la deriva”, expresó.
La educación sigue siendo una tarea pendiente, dijo y agregó que carecemos de una calidad educativa que llegue a todos los habitantes. “Esto debe ser una tarea de todos, por lo que debemos estar dispuestos a dialogar, escuchar y proyectar. No tengamos miedo de escuchar los disensos”, refirió el religioso.
Criticó además la precariedad del sistema de energía eléctrica proveída por la ANDE sobre todo en las comunidades del departamento, donde las familias permanentemente sufren la pérdida de sus electrodomésticos por esta deficiencia, sin que ninguna institución se encargue de solucionar o reponer a estas personas sus pérdidas económicas.
Por ultimo, criticó a todos aquellos que nos quieren imponer el plan de ordenamiento 2030, donde nos vienen con ideologías, filosofías contrarias a nuestros valores como paraguayos, que es el amor a Dios, patria y vida.
Casi 200 personas participaron de este oficio religioso en la cima del cerro, mientras que en las primeras horas de la mañana, cuando comenzaba a amanecer, se realizó por las calles de la comunidad el recorrido de la imagen de la Virgen de Caacupé a bordo de vehículos, mientras el cura párroco José Villalba se encargaba de bendecir los hogares por donde pasaba la procesión.