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Juvenville aseguró que “todos estamos un poco con temor, ya que vivimos en una cultura autoritaria. Y que está demostrado que eso no funciona, teniendo en cuenta que en la educación los castigos solo ocasionan más rebeldía, en la justicia está demostrado que la fuerza de las penas no incide sobre la delincuencia.”
Añadió, además, con vehemencia, que “después de un susto intenso pero corto, parece que ya no da miedo el coronavirus, ni las amenazas de las autoridades científicas o civiles”.
“Algunos quieren seguir infundiendo este miedo para que la gente ‘respete’. Pero justamente el miedo no infunde respeto, sino que genera más desconfianza. Al final no podemos vivir, ni esperar de esta manera”, sentenció.
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Es por ello que sugirió esperar como los jóvenes, con optimismo y confianza en el futuro, para ellos todo es posible. Esperar con una actitud del adviento a que algo maravilloso suceda, con confianza a pesar de las malas experiencias que ya hemos tenido.
El obispo encargado de la Pastoral Juvenil Nacional expresó que los jóvenes están muy afectados por la crisis actual, porque sus planes de vida como trabajo, estudio, familia fueron alterados. “Hay mucha ansiedad, incertidumbre y profundas crisis personales y familiares’', explicó.
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El obispo instó a no perder la esperanza y caer en la frustración por la crisis ocasionada por la pandemia, la sociedad no está completamente podrida, que hay algo más que los problemas y caos.
La misa formó parte del primer día del novenario en honor a Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, que se hace este año de forma virtual por la pandemia del COVID.
La fiesta mariana fue suspendida por diversas razones con el paso del tiempo. En el año 1899 fue por la pandemia de la peste negra y en 1918 la gripe española.
En 1911 fue postergada por inestabilidad política y se realizó en mayo de 1912. La última suspensión fue en el año 1922 en el marco de una guerra civil. En el año 1969 no se hizo la procesión de la imagen sagrada como señal de protesta contra los excesos de la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner.
Este año por primera vez se realizará sin la presencia de fieles, a puertas cerradas, para evitar la aglomeración y la propagación o contagio masivo del coronavirus.