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La cuestionada investigación se inició con el agente fiscal Lucrecio Cabrera, quien se vio envuelto en un supuesto pedido de dinero (G. 8.000.000) para dejar fuera del caso a uno de los guardias de seguridad. Este dijo que fue forzado a encontrar el monto antes de las 10 de la noche de manera a evitar la cárcel.
Mientras, el agente policial César Ruiz Díaz, encargado de la seguridad en ese entonces, al parecer abandonó su guardia facilitando que los ladrones consumaran con mayor tranquilidad el hurto. El uniformado no fue procesado.
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Lo más llamativo del episodio es que la bóveda pesa aproximadamente 500 kilos, de acuerdo al informe de criminalística, y para mover indefectiblemente se necesita de una grúa u 8 a 10 personas. No obstante, nadie se percató de las maniobras que los delincuentes realizaron presumiblemente en horas de la madrugada.
El fiscal Lucrecio Cabrera, quien negó haber solicitado dinero alguno, aseguró que no se tienen pistas de los autores y que en dicha situación es imposible resolver el caso. En tanto, el agente Meiji Udagawa, en cuya unidad pasó la investigación, dijo que solicitó informes al respecto para reimpulsar las pesquisas.
Cabrera fue muy cuestionado por liberar rápidamente a Agustín Rojas Bogado, con antecedente por supuesto homicidio doloso, y a Arnaldo Andrés Rojas Bogado, con antecedente por supuesto robo agravado, luego de que fueran detenidos tras enfrentarse con uniformados policiales. En el informe policial consta que los agentes Óscar Acuña y Félix Giménez resultaron heridos. Sin embargo, el representante del Ministerio Público abrió una carpeta de investigación en contra de los policías. Se rumorea que ambos eran sus allegados.
Los delincuentes tuvieron la fortuna de que la oficina regional de la ANDE de Curuguaty no contaba con cámaras de vigilancia, sumado a la falta de seguridad, ya que el personal de la empresa privada se retira al final de cada jornada. El personal policial tampoco se encontraba en su guardia.
Prácticamente el local quedó a disposición y sin ningún obstáculo para los delincuentes. Estos ingresaron por la parte de atrás del local, abrieron la puerta de enfrente y tranquilamente se llevaron la bóveda en cuyo interior se encontraba la suma de G. 32 millones.