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La pareja conformada por el juez penal de garantías Elio Ovelar y la fiscal Marlene González, es una de tantas familias que dejó atrás los años de modesto pasar para vivir acomodados gracias al sueldo que reciben del dinero público.
Así al menos lo revelan las diferentes declaraciones juradas que presentaron ambos.
De pequeño auto a camioneta de lujo
La primera declaración jurada presentada por el cuestionado juez Ovelar data de 1995.
En ese entonces, Ovelar declaró tener un inmueble ubicado en el distrito de Santísima Trinidad de la capital, tasado en G. 100 millones; y otro lote ubicado en Villeta, valorado en G. 20 millones.
A ello había que sumarle un Peugeot 504 modelo 1994, valuado en aquel entonces en G. 16 millones y una caja de ahorro de G. 6 millones.
Ovelar no poseía nada más y su patrimonio neto alcanzaba apenas unos G. 142 millones.
El paso del tiempo le sonrió al juez y llegó el buen pasar. Para 2013, su patrimonio había superado los G. 1.679 millones.
Del modesto autito ya solo quedaban los recuerdo para Ovelar, que en ese entonces andaba ya en una camioneta Toyota 0 km año 2012 y tasada, según él mismo, en G. 200 millones.
La propiedad en Santísima Trinidad estaba valuada ya en G. 900 millones y hasta tenía una casa en San Bernardino, por valor de G. 195 millones.
Lo curioso del caso es que Ovelar no supo siquiera llenar su declaración jurada en 2013. Por ejemplo, en el resumen de activos puso solo el dinero que recibía como sueldo y en pasivos las cuotas de sus deudas totales. No hizo la sumatoria total.
Casi 1.400% de crecimiento
La última declaración jurada presentada por Ovelar data de febrero de este año.
Para ese entonces, el juez declaró un patrimonio neto de G. 2.118 millones. La propiedad de Santísima Trinidad estaba tasada ya en G. 1.300 millones, con construcciones por cerca de G. 500 millones.
La casa en San Bernardino, por su parte, ya alcanzaba los G. 500 millones; de los cuales, G. 400 millones correspondían a construcciones.
Ovelar volvió a cambiar su camioneta. Esta vez optó por una Toyota Fortuner 2018 con un valor de G. 280 millones.
Declaró una deuda de apenas G. 22 millones y no hizo constar cuenta bancaria alguna, ni siquiera la que debería utilizar para percibir su remuneración como magistrado. Tampoco declaró pago de impuestos como el IRP.
Fiscala de joyas y obras de artes
Por su parte, la fiscala Marlene González, también experimentó un considerable crecimiento patrimonial.
La primera declaración jurada que presentó fue en 1999, como jefa del departamento jurídico del extinto Banco Nacional de la Vivienda-Conavi.
En ese entonces, sus activos alcanzaban G. 450 millones. Hizo figurar la propiedad conjunta con su marido en Santísima Trinidad, tasada ya entonces en G. 370 millones.
Además, aparecían dos vehículos por un total de G. 45 millones, uno de los cuales había sido adquirido gracias a un préstamo de G. 34 millones.
Para 2015 –fecha de la que data la última declaración jurada de González publicada por la Contraloría General de la República–, la situación patrimonial era totalmente diferente.
Para ese entonces, la agente fiscal declaró un patrimonio neto de más de G. 3.104 millones.
Según la fiscal, la casa en Santísima Trinidad costaba ya G. 2.000 millones; cinco año más tarde, su marido declararía un valor inferior; mientras que la de San Bernardino ya estaba por los G. 410 millones.
González declaró ser dueña de joyas por valor de G. 60 millones y obras de arte por un total de G. 100 millones.