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Los buscados son el administrador de la finca, Jorge Humberto Moisés Álvares, y el capataz del mismo establecimiento, Antonio Rolón. Además, el fiscal Arriola emitió órdenes de captura contra sus respectivas parejas que escaparon con ambos sospechosos.
Los dos trabajadores están señalados como los facilitadores o incluso autores del crimen de un piloto, que al menos hasta ayer no había sido identificado, pero cuyos restos fueron desenterrados el miércoles último de una fosa común cavada en la cabecera de una pista de aterrizaje de la estancia Divino Niño Jesús, que queda en la zona de Teniente Pico, 200 kilómetros al norte de la ciudad de Mariscal Estigarribia, en el departamento de Boquerón.
El dato que se tenía, y que prácticamente quedó corroborado con la intervención del fiscal Arriola y la Policía, es que unos días antes aterrizó en la estancia una avioneta con matrícula ZP-BOK, que trajo una carga de unos 450 kilos de cocaína de Bolivia.
El piloto, supuestamente, debía reabastecerse con combustible en la estancia Divino Niño Jesús y despegar de nuevo hacia el destino final de entrega de la droga, que podría ser la frontera entre Paraguay y Brasil, en la zona de Amambay.
Sin embargo, el piloto aparentemente cayó en una trampa que habría sido planeada o al menos consentida por el administrador y el capataz de la estancia, quienes a su vez ya esperaban la nave en tierra con un grupo de personas que además de hacerse con la carga de droga, acribillaron con 17 tiros al tripulante de la máquina, considerando las vainas calibre 9 milímetros levantadas en el sitio.
El aviador presuntamente también fue despojado del “vuelto” que trajo de Bolivia tras pagar por su carga, aunque dentro de sus bolsillos se hallaron otros 500 dólares y G 1.800.000, en efectivo.
Después de ser ultimado, el piloto fue enterrado en una fosa común, aunque sus restos fueron desmembrados por animales.
La narcoavioneta fue quemada intencionalmente y arrastrada con un tractor hasta unos matorrales, como para que no fuera vista desde el aire, aunque antes le sacaron el motor y las hélices, que sin embargo no llegaron a ser retirados de la zona.
En la escena también había envoltorios de panes de cocaína, bidones con combustible y otras fosas en las que se nota que se escondían otros cargamentos de droga traídos anteriormente.
Por las condiciones de la pista de aterrizaje, se nota que el lugar era un activo centro de recepción y despacho de cocaína boliviana.
La zona de operaciones de los narcos se encuentra totalmente liberada, ya que en varios kilómetros a la redonda no hay ni siquiera un puesto policial.
Los agentes de Investigaciones o de las comisarías aledañas tampoco tienen los medios suficientes para abarcar la vasta región.