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El saliente embajador McClenny, quien dejará Paraguay el miércoles 16, cuenta que desde su llegada en 2018 ha tenido la oportunidad de conocer a numerosas personas y aspectos singulares de Paraguay que siempre llevará consigo.
“Desde saborear una rica chipa con cocido, el sano fanatismo por el fútbol y la albirroja, hasta un mayor interés de empresas estadounidenses en invertir en Paraguay. Veo una mayor apuesta al Paraguay y eso me enorgullece”, afirma el diplomático.
–En diciembre del año pasado el Gobierno de los Estados Unidos de América designó a dos paraguayos (Óscar González Daher y Javier Díaz Verón) como “significativamente corruptos” y les prohibió la entrada. Entonces se dijo que podíamos esperar más designaciones como estas. ¿Qué avances ha habido al respecto?
–Les puedo decir que continuaremos utilizando este proceso de designación como lo requiere la ley de los EE.UU. Cada vez que el secretario de Estado reciba y revise información creíble, fidedigna, de la existencia de corrupción significativa, él tiene la responsabilidad legal de designar a esas personas, no elegibles para ingresar al territorio de los EE.UU.
Reitero, las primeras designaciones contra individuos paraguayos que se realizaron hacia finales del año pasado no serán las últimas. –¿Qué tan grave es la situación de Paraguay respecto al lavado de dinero?
–El lavado de dinero debilita las instituciones financieras, la legitimidad del sector privado, y el interés de la inversión extranjera, además de traer consigo costos sociales y representar un riesgo para la imagen y reputación de un país.
Durante la administración del presidente Abdo Benítez hemos visto que el combate contra el crimen organizado transnacional y el financiamiento de terrorismo han sido prioridades y se ha avanzado bastante en este campo. Y vale la pena destacar la aprobación de un paquete de 12 leyes antilavado de dinero el año pasado.
–¿Cuál fue su momento más difícil durante los casi tres años que estuvo en la Embajada de Estados Unidos en Paraguay?
–Sin lugar a dudas, y como en todas las misiones de EE.UU. en el mundo, enfrentar con decisión, optimismo y resiliencia la pandemia del covid-19, marca un momento muy significativo. Mi responsabilidad como jefe de misión, liderando la orientación y contención de las familias estadounidenses y paraguayas de la embajada y de la misión, en este nuevo tiempo que vivimos, ha sido y sigue siendo un tremendo desafío.
–¿Y el más emocionante?
–Algo que es para mí muy emocionante y que llevaré como un gran recuerdo, es el haber sido parte de la palada inicial de lo que será “la nueva embajada”. El nuevo edificio de la embajada tiene un costo de 250 millones de dólares. Es una gran inversión en el futuro de nuestra relación bilateral y nos permite llevarla al siguiente nivel. Este nuevo edificio es la celebración de la amistad entre EE.UU. y Paraguay. Me hubiese gustado estar aquí con ustedes en la inauguración de lo que será un acogedor espacio público, con un mejor servicio al visitante, sostenibilidad ambiental, un jardín renovado y una plataforma tanto para el arte paraguayo como estadounidense.
–Entre otras características, su gestión tuvo una impronta de fuerte presencia en redes sociales, pero también se lo vio en las calles, apoyando causas controversiales para una sociedad conservadora, como las marchas del orgullo gay. ¿Fue una decisión personal o se trata de una línea de trabajo de su Gobierno? ¿Le trajo algún problema?
–Promover, proteger y fomentar los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, incluidas las personas LGBTI, ha sido y seguirá siendo la política de los EE.UU.
Mire, una de las muchas cosas que tienen en común los pueblos de los EE.UU. y Paraguay, son sus valores democráticos. Como siempre repito, la democracia es un viaje, no un destino. Y en ese viaje, es obligación de todos los que vamos a bordo, hacer nuestra parte para mejorarla, permanentemente. Eso aplica a todas las democracias del mundo, incluyendo la de mi país, donde es mi responsabilidad y privilegio, como ciudadano estadounidense, trabajar para fortalecerla. Por lo tanto, también ha sido un gran honor para mí apoyar a Paraguay y a su gente, desde donde me tocaba.
–Deja este cargo para jubilarse. Algunos de sus antecesores siguieron manteniendo una relación activa con Paraguay. ¿Seguirá también ese camino? ¿A qué se va a dedicar?
–Estoy ante uno de los momentos más agridulces de mi vida, al despedirme de Paraguay y también despidiéndome de la vida de diplomático. Siento un gran placer y orgullo por todo lo que hemos logrado juntos y por la relación que mi país tiene con Paraguay, que hoy está más fortalecida que nunca. Paraguay es un excelente aliado, amigo y socio de los EE.UU. y espero que mi país juegue este rol para Paraguay.
Pero también sé que estoy dejando una etapa de mi vida, que me ha hecho muy feliz, por tanto es inevitable sentir un poco de tristeza. Pero me llevo muchísimos amigos y grandes recuerdos, y en ese sentido, siempre me sentiré cerca de este país.
Le puedo también decir que, después de tantos años dedicados a la diplomacia, junto a mi esposa Katherine, planeamos disfrutar de la familia, en mi casa en Vermont. Especialmente de mi nieto, una satisfacción enorme, con quien pienso pasar muchas horas al día. Esperamos también volver a Paraguay. Tenemos muchos amigos aquí y muchos sitios de interés turístico que todavía no hemos visitado. A propósito, y como ya lo mencioné en el Twitter, el ministro consejero Joseph “Joe” Salazar quedará al frente de la Misión de los EE.UU. en Paraguay en calidad de encargado de negocios, para seguir avanzando nuestra robusta relación bilateral. Estoy seguro de que Joe conducirá esta misión de manera excepcional.