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Desde hace varios días existe un conflicto entre la Coordinadora de Pequeños Mineros Organizaciones Sociales y otro grupo de obreros afines al señor Antonio Colman alias “Correlo”, que están en pie de guerra por la posesión de una cantera ubicada dentro de la propiedad de Jochen Langer, en la compañía Coronel Cubas de éste distrito.
El presidente de la coordinadora, Abraham Almada, denunció que el señor Colman con un grupo de gente y otros hombre con armas de fuego de grueso calibre impiden que los obreros de la mencionada asociación ingresen a trabajar dentro de la propiedad, alegando que pretenden adueñarse de la cantera donde trabajan de forma criminal.
Asimismo, argumentó que cuentan con una medida cautelar vigente que les permite seguir trabajando dentro del mencionado inmueble y anunció que si para mañana las autoridades no dan una solución al respecto, ingresarán a la fuerza.
“Si no solucionan el problema, vamos entrar a la fuerza y nos vamos a enfrentar si no nos permiten. Tenemos todas nuestras maquinarias adentro y están amenazando con quemarlos y no lo vamos a permitir”, expresó Almada.
Por su parte, Antonio Colman, argumentó que cuenta con un contrato firmado con el propietario del inmueble Jochen Langer, quien les otorga 60 hectáreas dentro del inmueble para poder explotar el mineral y que también tiene un acuerdo con la empresa concesionaria Lampa S.A, sin embargo, éste último documento no lo demostró. Indicó, que no permitirán el ingreso de los otros mineros alegando que velarán por la “propiedad privada”, desacatando la medida cautelar vigente.
Manifestó, que las personas armadas son solamente guardias privados y negó categóricamente que hayan hecho disparos intimidatorios, y que los mismos solamente se trataban de explosión de petardos.
El conflicto inició hace cuatro días, sin embargo, recién ahora se constituyó al lugar la fiscal de turno, Abog. Rosa Arzamendia, acompañada de una importante dotación policial con seis patrulleras, quienes en estos momentos están conversando con representantes de ambos grupos.
Los hombres vestidos de “para para’i” con armas de grueso calibre custodiaban el inmueble, sin embargo, al percatarse de la llegada de la fiscalía se disiparon hacia el fondo.