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“Me acuerdo que era la Expo ’92, en Sevilla. Iba para allá, obviamente era en el año ’92. La máquina esa era un DC-8 63, primero LAP tuvo los 707 -grandes aviones-, tuvo tres y luego pasó a esos DC-8 63 que tenía en ‘leasing’ (alquiler) y, efectivamente, en uno de los tantos viajes en los que yo he hecho a España en los últimos 40 años salimos y hacia Asunción-Dakar, en donde repostaba, y luego Dakar-Madrid. Luego, a veces iba a Alemania y a veces a Bruselas”, narró el empresario español residente en Paraguay este miércoles en conversación con ABC.
“El comandante de este avión era Carlitos Giménez, mi amigo (…) y el segundo comandante, el que armó la gran historia, era un tal Zárate, copiloto. Salimos de aquí con cuatro horas de retraso y gracias a eso estamos vivos (…) Llegamos a la costa africana ya de día, cuando teníamos que haber llegado de noche. Eso nos salvó para ver el aeropuerto donde íbamos a aterrizar”, continuó.
Fue en ese momento en el que el copiloto le dijo a su piloto: “Mire, no funcionan las emisoras de corto alcance, ninguna de las dos. No estábamos a 100 millas o a 200 millas de Dakar, ¡estábamos a 400!”.
“Nadie sabía dónde estábamos (…) Dakar no cubría aún con su radar, entonces dice: ‘Vaya usted hacia la costa, navegue hacia el Este -es siempre mejor aterrizar en tierra que en el agua- y rece lo que sepa, vea usted dónde tirarse'. Así hizo el Carlitos Giménez, que bajó. Llevábamos un excedente de 45 minutos de vuelo”, dijo Fernández.
El empresario dijo que de repente vio un pueblo en donde una vez ya estuvo, a los 18 años, y preguntó dónde era para recordar. Le respondieron: ‘Dakar’, y él dijo: “Qué mierda va a ser Dakar”. “Es igual que confundir Asunción con Caazapá”, rió.
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“Nos tiramos en aquel aeropuerto. Se baja el comandante y dice: ‘¡Buenos días, ¿dónde estoy?’. Todo favorable: salimos tarde y por eso llegamos de día y pudimos ver el aeropuerto, el viento estaba a favor. El comandante Carlitos Giménez dice: ‘Que no se mueva nadie de aquí’. Llegamos a Guinea Conakry. Cuando vuelve el comandante dice: ‘7.000 dólares necesitamos'. Si queremos salir con vida necesitábamos 7.000 dólares’. Éramos 273 pasajeros”, recordó.
“Nos tiramos en aquel aeropuerto. Se baja el comandante y dice: ‘¡Buenos días, ¿dónde estoy?’. Todo favorable: salimos tarde y por eso llegamos de día y pudimos ver el aeropuerto, el viento estaba a favor. El comandante Carlitos Giménez dice: ‘Que no se mueva nadie de aquí’. Llegamos a Guinea Conakry. Cuando vuelve el comandante dice: ‘7.000 dólares necesitamos'. Si queremos salir con vida necesitábamos 7.000 dólares’. Éramos 273 pasajeros”, recordó. “Nos quedamos a tomar un café. Era un avión largo, que necesitaba mucha pista, incluso tomó una parte de la tierra (del aeropuerto de Guinea). Fue una experiencia interesantísima”, concluyó.
“Resurrección de LAP”
En el peor momento para las aerolíneas del mundo, el titular de Dinac, Félix Kanazawa, anunció el posible “regreso” de la extinguida LAP, pero no explicó cómo lo harán. Solo adelantó que el “regreso” de la quebrada aerolínea se haría a través de una alianza con el sector privado; no se sabe si también se utilizarán fondos públicos o si el Estado paraguayo solo concesionará la ruta aérea que utilizó en su momento la arruinada aerolínea.
LAP dejó de operar como tal en el año 1994.
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