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Ubicado sobre la calle César López Moreira, en el elegante barrio Carmelitas de Asunción, Oile era una tienda de arte, diseño y artesanía nacional que abrió en el año 2016. Pero el 24 de mayo de este año, dos meses después de que las sucesivas modalidades de cuarentena anticoronavirus le impidieran atender al público, su propietaria, la esposa del ministro de Hacienda, informó que la situación no daba para más y que a partir de entonces sería solo un espacio virtual. Así, Eulerich -diseñadora gráfica y marchante de arte- desalquiló el local y, según se lee en sus redes, atiende consultas de clientes desde su casa.
“Queremos contarte que nuestro espacio físico no volverá a abrir sus puertas por ahora. Tras la dura situación sanitaria y una meditada decisión estratégica, hemos decido levantar vuelo hacia el plano digital y así continuar nuestra pasión por el arte, la artesanía y el diseño. El reto, como decimos, está centrado en la comunicación a través de las redes. Ahora, Oile es un espacio virtual (...) ¡La imaginación no tiene límites! Muchas gracias. Patricia Eulerich”, señala parte de la comunicación difundida en redes.
A pesar de todo, si se tiene en cuenta que una encuesta de la Asociación de Emprendedores, la UIP Joven y la firma Nauta concluye que dos de cada diez micro, pequeñas y medianas empresas cerrarán definitivamente sus puertas debido a la cuarentena y a la caída del consumo, Eulerich puede considerarse afortunada, ya que por ahora solo tuvo que dejar su espacio físico de atención al público, pero sigue operando. Se estima que de unas 100.000 empresas en este segmento, al menos 20.000 irían a la bancarrota.
Hoy, en el mismo local dejado por la empresaria funcionan una tienda de cómics y una cafetería.
Gente tan mediocre
Eulerich desató en junio del año pasado una avalancha de críticas e insultos cuando publicó una foto de ella y su marido con la siguiente nota al pie: “Un hombre como Benigno López es demasiado para un país de gente tan mediocre”. Más tarde pediría disculpas y diría que actuó rebelada ante la injusticia. Un par de días después, su marido salió a decir que ella había hablado desde el corazón, porque estaba “muy enamorada”.
La injusticia a la que aludió entonces tenía que ver con denuncias por supuestas compras sobrefacturadas de medicamentos e insumos mientras López se encontraba al frente del Instituto de Previsión Social (IPS).
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Según la declaración jurada de Benigno López, dada a conocer por la Contraloría el 27 de junio del año pasado, tiene G. 1.845 millones en activos, G. 1.603 millones en pasivos y un patrimonio neto de G. 242 millones. Y, según ese mismo documento, su esposa -con quien está casado bajo el régimen de separación de bienes- le debe G. 600 millones.
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Eulerich también está registrada como proveedora del Estado. Pero según López dijo a ABC el año pasado, ya no participa de procesos licitatorios. En el 2012 ganó una licitación para la renovación del diseño material de la Senatur por la suma de G. 50 millones.