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Varios sectores están ansiosos por retomar sus actividades con el avance a la tercera fase de la cuarentena inteligente. No obstante, esta alegría se ve atenuada porque la realidad con la que se encuentran en muchos casos al regresar a sus puestos es bastante compleja. La pandemia de COVID-19 exige a todos los prestadores de servicios adecuaciones a las medidas sanitarias – para evitar el contagio masivo del virus– que representan un sobrecosto al gasto que siempre han realizado.
Esta inversión extra, por así llamarla, consiste en la provisión de tapabocas, desinfectantes y la implementación de ciertas estructuras como por ejemplo los lavatorios, mientras que en otros casos precisan hasta de equipos completos para la protección personal.
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Al respecto, distintos sectores explican lo que representa trabajar en medio de la pandemia y tratar de seguir brirndando un servicio de calidad.
Uno de los pocos sectores que no dejó de trabajar ni siquiera en los días de cuarentena total –21 de marzo al 3 de mayo– hace referencia a los supermercados. Sobre el tema, el presidente de la Cámara Paraguaya de Supermercados (Capasu), Alberto Sborovsky, reconoció que implementar las medidas ha significado gastos exorbitantes a las cadenas de supermercados pero los propietarios resolvieron absorber los mismos.
En este contexto, el empresario indicó que las inversiones hechas para la implementación de las medidas sanitarios no significó un aumento en los productos comercializados y señaló que por el contrario, los precios disminuyeron en varios productos para tratar de beneficiar al consumidor.
Así también, resaltó que si bien es elevado el precio, aunque no precisó cifras, seguirán implementando todas las medidas necesarias para continuar atendiendo.
Sobrecostos prácticamente insolventables
Hay rubros que pudieron sumarse recién en la fase 1 – del 4 al 24 de mayo– y la fase 2 – del 25 mayo al 14 de junio–. En el caso de los odontólogos, estos volvieron a su actividad dentro de la primera fase de la cuarentena inteligente, pero recién el 11 de mayo, es decir, después de más de 50 días de no trabajar.
Rubén Viveros, de la Federación Odontológica del Paraguay, explicó que en su sector hay tratamientos desde G. 150.000 a G. 10 millones, por lo que hasta la fecha tiene colegas que absorben los gastos por equipos de bioseguridad cuando se trata de un tratamiento de un precio más elevado. No obstante, el problema radica cuando los precios son mejores.
“Las atenciones son de urgencia, son para paliar dolor, cuando esas atenciones son para paliar dolor vos no le cobrás caro al paciente, usualmente se cobra G. 200.000, G. 250.000″, mencionó. Resaltó que con estos costos se hacer inabsorbible para el profesional la adquisición de equipos de bioseguridad. “Imaginate que estamos hablando de que lo más bajo que pudimos cotizar y más o menos haciendo magia fue G. 150.000 o G. 200.000 por atención al paciente”, contó.
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“Estamos hablando de que cada vez que el paciente se va, por más de que se va a hacer un tratamiento de G. 100.000, igual hay un sobrecosto de G. 200.000 en los materiales de bioseguridad. Eso también está generando una roncha muy argel entre odontólogos y pacientes, porque muchos obviamente dada su situación económica no quieren asumir los costos. Tenemos problemas con pacientes que piensan que solo ese les quiere cobrar más y no es así”, detalló.
Agregó que el protocolo sanitario solo les habilita para algunos tipos de tratamientos, además dependiendo del procedimiento, el profesional puede llegar a atender solo a un paciente a la mañana y otro a la tarde.
“El nivel de cobertura que nosotros usamos es el mayor, usamos el nivel de seguridad de un quirófano (...) Prácticamente trabajamos con mayor exposición al virus y el paciente también tiene que estar protegido. Al paciente se le ingresa todo vestido también, todo doble gasto y si tenés un asistente también tenés que cubrir el costo de protección del asistente”, acotó.
Indicó que - aunque no se manejan datos precisos ya que no se hizo una encuesta sobre rentabilidad -muchos colegas manifestaron que apenas les está alcanzando para mantenerse a flote. “Están con sus deudas atrasadas, este mes se empiezan a pagar de nuevo las deudas, estamos tratando con el Ministerio de Trabajo a través de ellos, a través de una mesa de negociación, ver si nos pueden atrasar un poco más las deudas, creo que hay una cooperativa que ya nos atrasó eso, pero seguimos con lo mismo. Hay mucha desesperación en el sector”, concluyó.
El regreso, tras más de meses sin trabajar
En cuanto a los salones de belleza, si bien este grupo pudo empezar a realizar algunos trabajos a domicilio en la fase 1, la apertura de los locales se habilitó recién en la fase 2, desde el 25 de mayo.
Al respecto el estilista Tote Pascual comentó que el incremento de los gastos para una peluquería es de G. 4.500.000 para los equipos de bioseguridad. “Esto hace referencia a los termómetros, las alfombritas, lavamanos, mascarillas, lavandería y químicos”, detalló.
Agregó, que a ese monto hay que sumar que redujeron su capacidad de servicios a la mitad como parte de los protocolos, ya sea por los horarios limitados como por el uso de las cuadrillas de trabajo por turnos. “Estamos en una etapa de supervivencia y cuidado extremo”, apuntó.
Admitió que optaron por cobrar los gastos que generan las medidas sanitarias y aclaró que esto se debe a que principalmente estuvieron 75 días sin generar ingresos. “Por tanto, abrimos sin la capacidad financiera de sobrellevar los costos normales, más ese nuevo costo. Lo transparentamos en la factura y no lo sumamos a nuestros precios de servicios porque una vez que estas exigencias desaparezcan esos montos también lo harán”, detalló.
El estilista explicó que hay cierta diferencia con los supermercados y farmacias que no debieron cerrar durante este periodo, lo cual les puede dar más ventaja para absorber estos gastos.
“A la pausa de la cuarentena le tendrías que sumar que ahora trabajamos a media máquina por la limitación de horario de servicio y la división de equipos de trabajo por cuadrilla diaria. Lo que significa que solo la mitad del equipo puede trabajar diariamente. Y eso hace que solo podemos atender a la mitad o menos de las personas que atendíamos antes”, ratificó.
El sobrecosto de tener una disminución de la capacidad
Al final de esta lista se encuentra el sector gastronómico que recién abre sus locales el lunes 15 de junio, con la habilitación de la fase 3 de la cuarentena. Sobre el tema habló Oliver Gayet, presidente de la Asociación de Restaurantes del Paraguay (ARPY).
Contó que como gremio se unieron para hacer compras masivas y lograron abaratar precios al momento pero reconoció que de igual manera la diferencia es grande. “En general nuestros costos van a ser más elevados porque tenemos un montón de productos químicos que normalmente no se utilizan y de elementos que jamás compraríamos para restaurantes si no fuera por la pandemia”, pronunció.
Mencionó que por el momento no se ha conversado sobre aumentar precios a los clientes porque el objetivo ahora está en “absorber y sobrevivir”, pero alegó que es una decisión muy personal de cada propietario de restaurante. Asimismo, reconoció que ya sobre la marcha, si los números no cierran, se deberán ajustar los precios.
Por otra parte, manifestó que la verdadera diferencia van a sentir el lunes cuando abran. “El sobrecosto de tener la disminución de la capacidad al 50% (...) La cantidad necesaria ya no vamos a tener. Evidentemente que cuando uno hace un proyecto y dice: ‘necesito 100 sillas’ es porque pensás llenar esas 100 sillas y que esas 100 sillas te van a generar cierto dinero. Al tener 50 sillas hay que saber que los restaurantes vamos a tener seguramente pérdida de acá en más”, especificó.
Asimismo, acotó que por los motivos expresados muchos restaurantes decidieron cerrar definitivamente “porque abrir con la mitad de la capacidad más los elevados costos ya no les rentabiliza el negocio”.
Finalmente, es importante apuntar que la crisis económica golpea a un gran sector de la ciudadanía ya que miles de paraguayos han quedado desempleados a causa de la crisis económica. Negocios de distintos rubros han cerrado sus puertas por no poder solventar sus gastos y las pequeñas, medianas y grandes empresas urgen por préstamos amigables con requisitos no tan exigentes, menos intereses y plazos largos.
Por todos estos motivos, el consumo también se vio afectado en un gran porcentaje, mientras las medidas del Gobierno para mejorar la economía no son suficientes.