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Este domingo alrededor de 100 personas participaron de la misa en la parroquia Virgen del Carmen, en Asunción. Antes de la celebración se realizaron una procesión y la bendición con el Santísimo por el barrio.
Ángel Arévalo fue el párroco que presidió la misa en la que con cantos y danzas buscó elevar el espíritu de los feligreses que asistieron a la conmemoración del Día de la Divina Misericordia. Un cuadro del Divino Niño Jesús y otro de San Expedito fueron dispuestos en el lugar, adornados con flores velas. La celebración del santo de las causas perdidas no se pudo realizar este mes debido a las restricciones establecidas por la pandemia.
Se tomaron ciertos recaudos sanitarios -se solicitó que los asistentes ubicarse a una distancia prudencial unos de otros y los servidores repartieron alcohol en gel para la desinfección de las manos- pero solo algunos usaron tapabocas.
La asistencia a este evento infringe las recomendaciones sanitarias impuestas por el Gobierno para evitar la expansión masivas del coronavirus y también con las disposiciones emanadas por el arzobispo Edmundo Valenzuela que mediante un decreto resolvió que las misas en parroquias, santuarios, capillas públicas y privadas (incluidas las de los monasterios y conventos) sean celebradas a puertas cerradas y transmitidas a los fieles por Facebook Live.
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Una homilía sobre la familia y la corrupción
En su homilía, el padre Arévalo hizo un llamado a la solidaridad señalando que “nadie es tan pobre como para no tener nada que ofrecer”. Criticó a las autoridades que se aprovechan de la crisis sanitaria para quedarse con el dinero de la gente y pidió a los fieles que denuncien la corrupción.
Resaltó que la pandemia permitió la unidad de las familias. “No es tiempo de egoísmo. Aprovechemos la cuarentena para hacer obras de misericordia”, señaló.