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Cuando los ánimos estaban más caldeados, con casi 12 horas ininterrumpidas de bloqueo del puente Remanso, hasta tres ambulancias repartían los alaridos de sus sirenas, que se ahogaban en la frustración de no poder avanzar entre el mar de vehículos, bloqueados por la muralla humana formada por los manifestantes.
En una de esas ambulancias, viajaba una niña que tuvo que soportar no una, sino dos veces, ese periplo de intentar surcar el puente, soportando además de la larga espera en el sofocante calor, el intenso dolor propio de un aparente cuadro de apendicitis, el riesgo mortal que acarrea una potencial complicación como la peritonitis y una fiebre de 40º.
“Por una vida estoy luchando ahora, por una vida estoy acá y quiero que me comprendas, si podes amigo, porque mi hermanos, soy padre de familia y vos también”, le explicó un funcionario del Instituto de Previsión Social (IPS) a uno de los líderes indígenas, apelando a que dejen pasar a su ambulancia donde iba la pequeña.
“No recibimos cama (en IPS) porque está nena tiene solo tres meses de aporte, y creo que se tiene que operar y le van a recibir en Villa Hayes, por eso volvimos otra vez, creo que sufre de apendicitis y tiene que entrar en cirugía, está con mucho dolor la nenita”, fue la explicación que dio el integrante de la ambulancia, del porqué les urgía volver -aunque no quisieran- a pasar por el medio de ese infierno.
En medio de intercambios de insultos, y una refriega de argumentos que eran arrojados sin ser oídos entre conductores y manifestantes, este chofer de ambulancia intentó quebrar tanta indiferencia, rogando con sinceridad en la boca y lagrimas en los ojos, que por favor lo dejen pasar para dejar a su paciente en su destino.
“Yo se tu sufrimiento, estuve también así, estuve en Chaco, jurisdicción de Salazar. Estuve y conozco tu necesidad, no podes decir que no conozco, conozco, muchos de tus hermanos indígenas seguramente”, apeló el hombre, que finalmente logró que uno de los manifestantes vaya hasta su ambulancia a comprobar que hablaba con la verdad.
“Yo tengo paciente, por eso me fui a llorarle a esa gente, me fui a pedirle el gran favor con gran cariño”, dijo sin dejarse llevar por el fácilmente asumible nerviosismo, que a esa altura generalizado.
La calma, seguramente propia de su profesión que requiere cabeza fría para las urgencias, se ve reflejada en intervención. “¿Que voy a hacer hermano querido?, estamos en una etapa que todos estamos necesitando uno del otro, yo le necesito a ellos y ellos pueden necesitar mañana a mi”, dijo finalmente.
Poco minutos después, el puente finalmente fue liberado, ante el anuncio de la renuncia de la extitular del INDI, Ana María Allen, y estas ambulancias varadas al igual que otros vehículos pudieron finalmente continuar camino.