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Durante la misa celebrada totalmente en guaraní, oficiada por el sacerdote Enrique Pereira, el religioso reflexionó sobre las riquezas de la humanidad brindadas por Dios. Dijo que “muchas veces el hombre no tiene en cuenta todo lo bueno que puede hacer por los demás para agradar a Dios”. Añadió que ante las difíciles situaciones por las que atraviesan las familias, muchas veces el ser humano es muy indiferente.
“Dios nos presta muchas riquezas y no por eso tenemos que ser orgullosos. Nuestra primera riqueza debe ser primero Dios. Y no son las cosas materiales lo que nos dan salud y bienestar. No caigamos en el error de creer que la riqueza que nos da la vida es la mejor. La mejor riqueza es aquella que Dios mismo nos da. No la usemos con necedad. Vivamos en la justicia. Con nuestro testimonio de vida podemos ser el ejemplo, ese buen ejemplo que tanta falta nos hace en este día. A través de palabras sencillas podemos transmitir paz y alegría. Dios nos pide tener un corazón limpio para dar buenos frutos”, indicó.
Al término de la eucaristía, la imagen religiosa y algunos fieles se trasladaron hasta un hangar del aeropuerto Silvio Pettirossi, donde fue subida a un helicóptero privado en compañía del cura párroco del Santuario de Luque, Enrique Meyer. Luego de sobrevolar sobre las comunidades más vulnerables como los asentamientos, la máquina aterrizó en el predio del Feliciano Cáceres, Club Sportivo Luqueño, donde los fieles y representantes de las distintas capillas que dependen del templo aguardaban a la imagen de la que consideran protectora de Luque.
Como ya es tradición, Nuestra Señora del Rosario, posterior al recorrido dentro del campo de juego, comenzó la procesión terrestre y este año la imagen subió a un sulky decorado con flores y tirado por un caballo, hasta el templo. Estuvo acompañada de jinetes, sacerdotes, y familias enteras.
Finalizada la actividad se llevó a cabo el tradicional “karu guasu”, también en el predio del templo, seguido de un show artístico.
