Padres e hijos, el tesoro del vínculo

Hoy día, las escuelas para padres son fundamentales para la educación desde el hogar. Dentro de esta línea, nos visita la psicóloga de familia Marianella Ciompi, quien dará varias conferencias en colegios y en el Centro de Convenciones Mariscal.

La Lic. Marianella Ciompi, psicóloga uruguaya especializada en educación para padres.
La Lic. Marianella Ciompi, psicóloga uruguaya especializada en educación para padres.

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Bajo el título de “Papi y mami, ¿qué hay en mi mochila”, Marianella Ciompi de Lamorte, uruguaya, psicóloga clínica -por la Universidad Católica Antonio Larrañaga- brindará orientación a los padres para que puedan aplicar soluciones posibles frente a los problemas que más preocupan de sus hijos, como el uso del celular, la falta de relaciones sociales, el bullying, el poco diálogo en la casa, y otros.

Ciompi vive en Montevideo, es terapeuta especializada en niños y adolescentes, trabaja en ello desde hace 20 años; con el tiempo descubrió otra pasión: enseñar a los padres. Recorre Argentina, Colombia y Chile dando asesoramiento en colegios, centros educativos y universidades. Es coautora del libro “Hijos con personalidad, raíces y alas”. Lleva adelante la página web paternidad-consciente, y también “Malika”, una serie web de dibujos animados para padres.

A Paraguay llega por primera vez, invitada por el colegio Las Almenitas. El martes 20 de agosto estará dando una charla en el Centro de Convenciones Mariscal, a las 19:30. Más informes al (0983) 384-503 y (0991) 765-328

Lo primero que nos dice Marianella es que “a los niños no hay que criarlos en una burbuja, sino enseñarles a vivir sin miedo, a defenderse, a sentirse seguros”. ¿Pero cómo lograrlo? “Los papás tienen un poder en sus manos que no siempre lo descubren, y cuando participan en talleres y se ponen a leer, se dan cuenta del alcance que tiene la labor de padre. Hoy se delega mucho lo que deberíamos hacer como papás, pero se puede retomar porque hay algo único que nosotros tenemos, y eso el vínculo, que es insustituible”.

Para la psicóloga, los padres de ayer todo lo arreglaban puertas adentro, “eso estaba bueno porque se preguntaban a sí mismos como padres”. Hoy, en cambio, los padres jóvenes todo lo preguntan, “son otra generación, expresan sus dudas y quieren aprender”, dice.

¿Qué rango de edades trabaja?

Muchos, desde padres de hijos en preescolar hasta hijos universitarios.

¿Universitarios? ¿No está “casi todo hecho” ya?

Queda mucho por hacer. Es la etapa en que se puede mejorar la comunicación íntima con los hijos, y cómo preguntarles sobre su vida. A veces no hay que sentarlos a hablar, sino quizás invitarlos con una rica torta para que nazca la charla y la cercanía. Es la edad en la que toman grandes decisiones respecto al amor, al estudio. Es un arte mostrarles apoyo cuando están inseguros, aunque no lo demuestren y nos digan “ya no te necesito”. Necesitamos poner comprensión y empatía, nosotros pasamos por lo mismo.

Muchas veces no queremos que repitan nuestros errores y entonces los presionamos para elegir un camino.

A veces los padres tienen mucho apuro y no se dan tiempo para escucharlos. Cuántos padres dan como fracasado al hijo que pasa los 20, 30 años porque dejó su carrera o no decide qué seguir, sin antes haberlo escuchado genuinamente, “¿qué te está costando?”, “vamos a ver juntos otra manera”. A ellos les sigue importando la opinión de papá y mamá.

Escuchar requiere tiempo, el oro de este siglo.

Y es una falta de tiempo no solo en la gestión educativa, sino en el hogar mismo. Otro de los grandes problemas es la baja disponibilidad afectiva que estamos viendo en los padres. No es sencillo llegar del trabajo y atender a los hijos, pero no los podemos regalar, hay que ver la mejor manera de gestionar nuestro tiempo con ellos. Algunos llegan tan cansados que dicen “no tengo energía para poner límites”.

Mientras descansamos, ellos están entretenidos con el celular...

El celular es un tema, claramente estos aparatos son fantásticos, nos cambiaron la vida, pero son como la licuadora, ni buena ni mala, depende. Con el celular hemos hecho una mala gestión, en el poco tiempo que pasamos en familia la atención es parcial. Por eso, yo propongo juegos, cuentos, ver películas en familia, porque es la posibilidad de volver al vínculo. Además, el juego tiene un peso genial en el desarrollo de las habilidades sociales, algo que no proporcionan las pantallas.

Los chicos sienten que a través de las pantallas manejan el mundo, muchas relaciones

Lo que genera es una inmediatez, (esto para niños y adultos) que no la genera ninguna interacción real. Suceden cosas en el cerebro, se genera dopamina cuando se dan respuestas rápidas, de esta manera empiezan a no poder pensar, a no discernir, en la vida real la gente no contesta así.

¿Por qué no nos contestan cuando les hablamos/llamamos?

No dan bolilla. Y eso lo aprendieron con el celular, “cambio/evito lo que no me gusta”. Van perdiendo la capacidad de soportar la frustración y pueden caer en adicción (en Nueva York ya existen centros que tratan específicamente la adicción a las nuevas tecnologías, que es la misma que a una sustancia tóxica). Por eso cuando son niños y mueren por jugar en la computadora, hay que poner las primeras medidas.

¿Prohibiendo?

Prohibir no es siempre lo mejor, porque hay aplicaciones como el WhatsApp que pasaron a ser muy reales, aunque se pierdan salidas, encuentros. Hay que enseñar a usarlas bien, y no hay que enseñar como padres con miedo, porque desde el miedo no se educa. Por otro lado, no saber poner límites puede tener que ver con la sobreprotección; esta generación de padres tiene una fuerte tendencia a ello, y los hijos sobreprotegidos tienen miedo a muchas cosas.

El desafío es encontrar un equilibrio entre qué permito y qué concedo.

Hay que educar sin dejar de disfrutar de las relaciones interpersonales. Podemos verlos disfrutar de otras cosas, que no sea la computadora o el celular, con la misma intensidad.

PATERNIDAD CONSCIENTE

¿Qué herramientas deben llevar los hijos en sus mochilas?

La primera es la sencillez, tenemos que volver a la simplicidad que nos hace educar en el sentido de la realidad. Yo hago lo que se llama paternidad consciente, que es volver a tener un ritmo más despacio con los hijos. Por ejemplo, están de moda los cumpleaños gigantescos. Paro y me pregunto en calma: ¿necesita eso mi hijo? Hoy hay niños de 4 años que tienen de todo, y eso está mal, porque no disfrutan de las cosas simples de la vida.

-Segunda herramienta: Juego al aire libre. Hay un estudio que demuestra que los que pasan tiempo así son más felices

-Tercera herramienta: Empatía. Fijate que cuando empieza la edad de los estudios, se baja la capacidad de entender al otro (casos de tiroteos en EE.UU. en colegios).

-Cuarta herramienta: Fortaleza. Para evitar o superar el bullying (que no toda burla lo es) hay que enseñarles a ser fuertes para que puedan resolver sus propios problemas.

-Quinta herramienta: Habilidades interpersonales positivas. Desde pequeños a adultos somos felices en la medida que tengamos vínculos fuertes. Repito que las horas de pantalla no van a darles ni fortaleza ni relaciones interpersonales. Hay situaciones como las peleas entre hermanos donde aprenden a negociar. Con esto quiero decir que debemos dejar que nuestros hijos se equivoquen, discutan. Que aprendan, por ejemplo, a elegir a sus amigos; en este punto, a veces la segregación viene de parte de los padres y no de los niños. No debemos elegir sus amistades, recordemos que sobre los 12, 13 años empiezan las amistades que duran toda la vida.

Sí que es una mochila premium, ¿podremos?

Nosotros tenemos herramientas que son nuestras. Hay cosas que los padres de antes hicieron muy bien. Por ejemplo, tenían una consistencia que nosotros no tenemos. No todo lo de antes fue mejor, pero tampoco lo de ahora. Sepamos siempre que en momentos de crisis, hay que abrir la mochila y sacar el vínculo. Por eso insisto en lo afectivo y no en lo intelectual (que también es importante).

Donde hay mucho afecto se comparten momentos todos los días.

Es cierto, la mayor parte de los recuerdos era en la mesa, qué lindo. Hoy lo descuidamos, cada uno come en horario o en una habitación distinta. La comida vincula al ser humano en todo ámbito. Pero en la familia lo más importante es que alguna de las comidas sea compartida.

Otro punto que preocupa a los padres es el tema de los permisos, de la libertad.

Uno como padre tiene que acompañar la libertad. De pequeños pueden elegir un juguete, un postre, así los vamos entrenando en el proceso de libertad, y a la vez les vamos dando criterios y valores familiares. A los hijos hay que acompañarlos para saber cómo piensan, escuchándolos antes de decirles que no tienen razón; si son callados, no hablan, para que lo hagan hay que permitirles que lleven amigos a la casa, eso es muy bueno. Además, así sabemos qué hacen, adónde van, qué les gustaría hacer.

¿Cómo educar desde familias quebradas?

Hay situaciones en que se complican los vínculos: separaciones, muertes, nos quedamos rengos de alguna manera, pero la raza humana es resiliente, entonces hay que resignificar los vínculos, nunca darlos por perdidos. Por ejemplo, algunos como papá no funcionaron, pero como abuelos sí, no saldan deudas, pero no dejan de ser abuelos. Debemos intentar acercarnos al otro todos los días. En la misma pareja, aún teniendo un buen matrimonio nos conectamos y desconectamos. Los divorcios son duros, pero no dejás de ser padre o madre de tu hijo. Desde el dolor es más difícil revincularnos, pero no es imposible.

¿Qué es lo que más te preguntan los padres en las conferencias?

Los padres de adolescentes me preguntan: ¿algo de esto lo aplicás con tus 5 hijos? Yo en casa soy esposa y mamá, todo lo que enseño me funciona si estoy bajo control, pero lucho igual que otros papás, también me equivoco. Aplico lo que creo bueno para el vínculo, ¿me sale perfecto? No. La familia Ingalls está solo en la tele.

En tu educación de padres, ¿qué lugar ocupan los docentes escolares?

Es una pena que actualmente en algunos puntos padres y maestros se contradigan, porque cuando están alineados la información a los niños les llega por canales distintos y eso es un aporte muy rico. No obstante, con los docentes hay que hacer alianzas, conocerlos y dejarlos conocer a nuestros hijos.

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