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El monumento que representa una bandera atravesada por lanzas y en el que están forjadas las siluetas de soldados y niños, está ubicado en el sitio exacto donde se libró la batalla.
El señor Andrés Girett donó una parte de su predio a la Gobernación de Cordillera para la realización de esta obra. El artista Sebastián Guggiari es el creador del monumento.
Cientos de personas se encuentran a estas horas en el lugar participando del acto, así como autoridades tales como el presidente del Congreso Nacional, Blas Llano; el ministro de Cultura, Rubén Capdevila; y el titular de Agricultura, Denis Lichi, entre otros.
Este hecho se produce al cumplirse 150 años de la gesta histórica. La obra de arte costó G. 290 millones. La Secretaría Nacional de Cultura aportó G. 20 millones, la comuna local 50 millones y el resto del dinero fue brindado por la Gobernación.
El verdadero lugar donde ocurrió la batalla
El historiador Fabián Chamorro relató en una entrevista con ABC FM, que el sitio conocido como Cerro de la Gloria no es en realidad el verdadero lugar donde se combatió la Batalla de Acosta Ñu, el 16 de agosto de 1869.
El verdadero lugar es la Serranía de Itakyty, un punto al que se llega ingresando una cuadra antes de llegar a la plaza principal de Eusebio Ayala, doblando a la mano izquierda por un kilómetro y medio y nuevamente a la derecha.
Aquí, en este verdadero campo de batalla fue donde entre 700 y 2.000 niños combatieron contra los aliados en la Guerra de la Triple Alianza. En este sitio fue inaugurado en la tarde de este viernes un monumento.
Sitio simbólico
El motivo por el cual hasta ahora se había mantenido como lugar simbólico de la batalla el Cerro de la Gloria, se debe a que en aquella época era el cerro más accesible, y 100 años después de la batalla, se dio un litigio entre Barrero Grande y Tobatí, que se disputaban ese sitio.
En ese escenario, para lograr que Eusebio Ayala haga posesión de ese Cerro se hizo ahí el monumento simbólico, aunque en el lugar no ocurrió la batalla realmente.
Esta serranía fue comprada el año pasado por la Fundación Acosta Ñu, que tenía el objetivo de hacer un memorial en el lugar, pero por alguna razón no se hizo y ahora el territorio está en manos privadas.
Este viernes a las 16:00 se inauguró un monumento en el lugar. El homenaje fue muy concurrido principalmente por pobladores de los alrededores de la zona y por amantes de la historia.
Era “normal” enrolar niños
Entre los numerosos hechos curiosos que reveló el historiador Fabián Chamorro, comentó que en ese entonces era normal para el mundo entero enrolar a niños a partir de los doce años, por lo que Paraguay no fue el único en llevar adelante esta práctica.
“Los conceptos de niñez cambiaron. En el siglo XIX si podías hacer el trabajo de un adulto, ya eras un adulto. El enrolamiento de niños no lo hizo solo Paraguay, lo hizo Brasil y Argentina, solo que en ese momento no necesitaron usarlos porque no estaban siendo aniquilados como Paraguay”, comentó Chamorro.
No estaban en los planes
Recordó también que esa unidad de Acosta Ñu integrada por niños en realidad no estaba destinada a pelear, pero tras la catástrofe de Piribebuy el ejército se partió en dos unidades grandes: el ejército combatiente y el que se tenía que encargar de llevar las carretas con todas las provisiones.
“Se estaban yendo a Caraguatay. El 12 de agosto empieza la debacle con una batalla terrible en Piribebuy. Hacía mucho frío, eran 1.600 defensores contra 20.000 aliados que rodearon la posición. Era imposible no solo por cantidad sino por diferencia tecnológica; los fusiles aliados tenían una distancia de 500 metros; los paraguayos 50 metros”, siguió relatando el historiador.
La batalla de Piribebuy terminó en la iglesia de la ciudad, donde le prendieron fuego al hospital de sangre con heridos y personal de sanidad dentro, recordó Chamorro.
Pero aquí no terminó la crueldad de los aliados. “Las mujeres que habían combatido fueron puestas en fila, cercenadas en un seno y lanceadas frente a la iglesia”, contó el especialista en historia.
En la actualidad, en el museo de Piribebuy se puede encontrar el cabello de esas mujeres exhibido en una vitrina. Esto se logró porque 100 años después de aquella batalla, cuando excavaron los cimientos, encontraron los restos de las mujeres sacrificadas allí.
No hubo otra opción
El motivo por el que los niños tuvieron que combatir fue la división del ejército en dos partes. El compuesto por combatientes, hombres adultos, fue más rápido que el segundo donde había civiles. Estos últimos tenían que pasar por Tobatí, pero como los aliados les cerraron el camino, trataron de bordear lo que hoy es Barrero. En este punto fueron alcanzados por las tropas, por lo que, aunque esa columna no tenía que combatir, al general Bernardino Caballero no le quedó de otra que prepararlos para el combate.
“Fue una batalla móvil de 5 kilómetros pasando tres arroyos: el Ytú, el Yukyry y el Piribebuy. En el Ytu aún había veteranos hombres, pero al replegarse, la segunda línea, el Yukyry, ya estaba compuesta solamente por niños y adultos. En la tercera línea ya eran todos niños”, comparte Chamorro.
Al terminar la batalla, que duró todo un día, nuestros adversarios quemaron el campo con los heridos para exterminarlos. “Es imposible que hayan resistido tantas horas si no hubieran tenido al menos una escasa formación militar”, comentó el experto.
Mencionó a su vez que es un mito que los niños hayan estado pintados como adultos, pues ni siquiera tuvieron tiempo para eso. “Cuando iban a ser alcanzados, Caballero ordena que coman algo por lo menos para tratar de aguantar el combate. Se alimentaron con choclo, mani ku’i y coco rallado en el puño de sus manos”, dijo el historiador reviviendo el cruel momento.