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La carta fue escrita por Juan Vicente Martínez, que se reproduce íntegramente a continuación:
Carta Abierta a una compatriota, a una tal Patricia Eulerich...
Quienes manejamos las redes sociales, leemos periódicos y estamos informados, nos hemos hecho eco acerca de las expresiones de la esposa del Ministro de Hacienda, una tal Patricia Eulerich, quien se refirió a nosotros, los paraguayos, como mediocres...
Mucho de razón tiene, la mayoría proviene de un sistema educativo devastado, carente de formación cultural, con un nivel de vocabulario pobre y sobre todo, no habiendo tenido las oportunidad de crecer personal y laboralmente.
Todo eso, Sra. Eulerich, tiene un motivo, 40 años de dictadura, donde pocos tuvieron la oportunidad que tuvo su familia de forrarse de dinero y amasar fortunas de orígenes sucios.
40 años donde pocas familias tuvieron privilegios, gozaron de riquezas, entre ellas la familia del actual Presidente del Paraguay, y donde la mayoría se dedicó a sumirse en el marco del miedo que imponía un régimen donde pensar se castigaba, a veces, hasta con la muerte. A todo ello, debemos agregar la herencia política que dejaron esos 40 años, donde gobernar se volvió un negocio y ser político, como su marido, una profesión, una profesión de la cual su marido siguió enriqueciéndose, a costa de esa gente mediocre que no sabe votar, y siempre votando a los mismos, a los delicnuentes, a gente como los que están, y entre ellos, el actual Ministro de Hacienda, una persona que, mínimamente, en otro país serio, debería estar investigado.
Somos mediocres porque no exigimos, porque no nos indignamos ante los descomunales robos de este país, ante los desfalcos, ante como el ciudadano de calle no tiene oportunidades porque se ha heredado un sistema perverso donde casi todo está digitado, como el cargo del Ministro de Hacienda, que su marido ocupa, por ser hermano o familiar del poder, no por capacidad.
Hoy solo me resta decirle una cosa, Sra. Eulerich, capaz este país sea mediocre pero tiene dignidad, tiene decencia, tiene orgullo, y por sobre todo, esa mayoría no privilegiada tiene la posibilidad de salir a la calle y no ser señalada con el dedo como lo es su marido y a partir de ahora, usted, por desubicada e irrespetuosa.
Recuerde que el respeto no se impone, sino se gana, y con actitudes y expresiones como la suya, solo queda el desprecio y la desconsideración.
Yo podré salir a la calle, muchos mediocres podrán hacerlo, dudo que usted pueda decir lo mismo el día de mañana, ya que de la mediocridad se vuelve, estudiando, aprendiendo pero de la desfachatez, lo dudo.
Hoy, más que nunca, brindo y añoro por un país donde al momento de votar nos libremos de personas como su marido y de familiares de politico$ como usted...
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