Así lo informó hoy la televisión estatal china CCTV.
El hombre, apellidado Wang y de 53 años, quedó arruinado por las fuertes multas que tuvo que pagar tras violar la política del hijo único (tiene tres vástagos) y decidió emigrar desde el campo a la cercana Pekín para ganarse la vida lavando coches.
Para reducir al mínimo sus gastos y poder emplear todo su modesto salario en sus hijos, Wang ha vivido en una instalación subterránea a unos dos metros de la superficie, junto a tuberías, con poco más que un saco de dormir, mantas y un termo de agua caliente.
El caso de Wang llegó a las autoridades de la ciudad, que han sellado la tapa de alcantarilla por la que el hombre entraba a su “casa” y le han buscado un alojamiento temporal, advirtiendo a la ciudadanía que vivir en estas precarias instalaciones bajo tierra puede ser muy peligroso.
Aunque el caso de Wang es llamativo por el largo periodo de tiempo en que ha vivido en condiciones infrahumanas, tras publicarse otros medios han señalado que no se trata de algo único en el país, y que muchos vagabundos y gente sin recursos viven en el subsuelo de las ciudades chinas.