Poco más de 50 camareras entre los corredores participaron de la duodécima edición de esta competencia organizada por el sindicato del sector y que se desarrolla a lo largo de la Avenida de Mayo, una tradicional arteria que une la sede gubernamental con el edificio del Congreso.
“Esta es la primera vez que compito en Buenos Aires, pero ya lo hice tres veces en mi ciudad, Mar del Plata. Siempre lo hago con la misma bandeja, me trae suerte”, dijo a la AFP Johanna Alvarengo, de 28 años, que trabaja en el centro comercial del Puerto del mayor balneario de Argentina, 400 km al sur de la capital.
Tras una década de trabajar como camarera, Alvarengo llegó especialmente a Buenos Aires con su esposo —"también mozo y que me apoya en todo”, dice— para participar de la carrera, en la que terminó entre las cinco primeras.
Los ganadores de las cuatro categorías (una de mujeres y tres de varones por edad) recibieron premios de 10.000 pesos (1.100 dólares) , mientras que los segundos y terceros puestos se quedaron con 8.000 y 5.000 pesos respectivamente.
Federico Tonelli, de 21 años, llegado desde la ciudad de Bahía Blanca, 600 km al sur de Buenos Aires, fue el que mejor tiempo hizo, unos 9 minutos, y se llevó los laureles en su segunda participación en esta prueba, tras haber salido segundo en la edición pasada.
“Me encanta este evento”, dijo a la AFP , aún agitado apenas terminó la carrera. Aunque esta fue la duodécima edición, el dirigente sindical Dante Camaño recordó que la primera carrera de Buenos Aires se corrió en 1912 en el barrio capitalino de la Boca, de la que sólo participaron nueve camareros.
Vestidos con su indumentaria de trabajo, los competidores debían caminar lo más rápidamente posible, sin correr, los 1.600 metros cargando la bandeja sin que se caiga y sin la posibilidad de acomodar las dos botellas y el vaso.