Apenas una hora antes de que el presidente estadounidense, Barack Obama, anunciara la autorización para bombardear posiciones yihadistas en el norte de Irak, los agentes tuvieron que intervenir cuando el pequeño bebé se separó de sus padres y accedió entre los barrotes que protegen la Casa Blanca.
En esta ocasión, y ante la falsa alarma, los miembros del Servicio Secreto, ataviados con sus habituales fusiles y chalecos antibalas, devolvieron al bebé a sus padres.
“Íbamos a esperar hasta que aprendiera a hablar para interrogarlo, pero en su lugar le dimos un descanso y se le envió de vuelta con sus padres”, señaló Edwin Donovan, portavoz del Servicio Secreto, en un comunicado de madrugada.
La Casa Blanca, ubicada en pleno centro de Washington, es uno de los destinos preferidos para los turistas en la ciudad y todos los días cientos de ellos pasean y posan ante sus verjas para tomarse una instantánea con la residencial presidencial de fondo ante la atenta mirada de los agentes.