Un arca de Noé en el Líbano

BEIRUT. Un león marino de California ha atraído la atención en el Líbano junto con otras especies como lechuzas y loros que, pese a ser raras en esa parte del mundo, han establecido últimamente su domicilio en el país árabe.

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Cuando las fotos del león marino en la ciudad costera de Tiro comenzaron a circular en internet, se pensó que se trataba una foca, ya existente en el mar Mediterráneo.

Sin embargo, de inmediato expertos en ciencias marinas dieron con el nombre exacto del animal: un “zalaphus” o león marino californiano, que suele vivir en las costas del norte del océano Pacífico desde Canadá hasta el estado mexicano de Baja California.

Se le puede identificar por sus orejas, su modo de desplazarse sobre sus aletas traseras, los sonidos que emite, la forma de su cabeza y su característica piel marrón, entre otros rasgos.
Michelle Mata, miembro de la asociación Animals Lebanon, explica que el león marino encontrado es una hembra y debe haber vivido en cautiverio porque no sabe comer por sus propios medios y alguien tiene que darle el alimento.

Los investigadores consideran que el león marino, que parece no temer el contacto con los humanos, se escapó de un barco o de otro lugar donde estaba cautivo.

Para protegerlo, los responsables de su seguridad lo han colocado en un barco de la Defensa Civil libanesa, desde donde puede bajar al mar, nadar y pescar, y cuando esto último no lo logra, entonces lo alimentan.

Mata estima que el mamífero podría haber huido de un zoológico marino de la región, algo que no es de extrañar en una zona receptora de numerosas especies exóticas que llegan -dice- mediante el tráfico ilegal y escapan del control de las autoridades. Se espera que el león marino sea enviado a un lugar adecuado en el que haya otros ejemplares semejantes.

En cualquier caso, no debería ser liberado, ya que no pertenece a una especie endémica del Mediterráneo y podría correr peligro, considera el director de la citada asociación, Jason Mier, para quien es obvio que el animal “no ha llegado nadando desde California”.

Si en Tiro el león marino debe competir en popularidad con una asustada lechuza, que llegó hasta allí con sus crías de una manera igualmente enigmática, en la capital del país hay un loro que también ha suscitado la curiosidad de los libaneses. Este último caso consiste en un pájaro conocido como cuervo blanco, que posee un plumaje blanco y es originario de Indonesia o Australia.

Este loro escogió recientemente como residencia el balcón de un antiguo edificio del barrio beirutí de Achrafieh y se hizo “amigo” de un grupo de palomas, según recogieron medios locales.

Al parecer, se escapó de su propietario, quien no debe vivir muy lejos, pues casi nunca se ve al ave alejarse de la fachada. También existe la posibilidad, comenta Mata, de que al cuervo le hayan cortado un poco las alas para que no abandone el sitio donde estaba en un principio.

El cuervo blanco es una especie amenazada y objeto del comercio ilegal, un oscuro negocio que puede llegar a amenazar la supervivencia de determinados animales.

“El problema es que no hay ninguna ley en el Líbano que prohíba el tráfico ilegal de animales salvajes y sancione a los que se dedican a esa actividad”, sostiene la activista, que confía en que el Gobierno elabore la norma tras haber firmado el pasado mes el acuerdo conocido como CITES.

Un total de 178 países han suscrito desde 1973 la llamada convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora (CITES) , que ha tachado las mencionadas prácticas ilegales de “crímenes contra la vida silvestre”.

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