Este río, principal fuente de agua para los ruandeses durante las épocas de sequía, fluye por distritos de la capital, Kigali, como Karongi y Nyarugenge, donde vivían la mayoría de las víctimas.
A raíz de estos sucesos, las autoridades locales aprobaron una directriz que prohíbe el uso del Nyabarongo, con el objetivo de reducir el número de muertes. Sin embargo, se teme que la cifra aumente a medida que se prolongue la sequía.
La gobernadora de la provincia del Sur, Marie Rose Mureshyankwano, de donde procedían algunos de los fallecidos, lamentó la “gran pérdida” de vidas humanas causada por los cocodrilos y aseguró que el Gobierno ha dedicado “enormes esfuerzos y recursos” para mejorar el acceso al agua potable limpia.
Algunas partes de Ruanda, especialmente en el este, son proclives a sufrir sequías. En 2016, más de 100.000 familias padecieron hambruna debido a la falta de agua, que se tradujo en una pobre cosecha y en la muerte de numerosas cabezas de ganado.