La mujer estaba alojada junto con su familia en una residencia privada con piscina y había hecho su reserva para una semana.
El primer día se bañó con sus hijos sin problemas, pero la jornada siguiente fue sacada de la piscina al cabo de una hora por el vigilante, después de que, según su relato, el sindicato de copropietarios denunciara al dueño que una mujer se había bañado vestida y con velo.
El responsable le prohibió bañarse el resto de su estancia y quiso que la familia abonara los gastos de desinfección completa de la piscina, así como una compensación por el hecho de que esta hubiera quedado inhabilitada durante dos días.
La pareja afectada asegura que la residencia no cambió el agua, pero ha visto cómo se le ha retenido una fianza de 490 euros a la espera de que pague la desinfección.
El CCIF recuerda en su comunicado que la mujer no se bañó con ropa de calle, sino con un traje habilitado para el baño que está confeccionado con un tejido ligero, similar al de los bañadores o al de los monos de buceo.
La polémica sobre el burkini saltó en Francia a principios de agosto del año pasado, cuando se conoció la propuesta de la ONG Smile 13 de reservar un parque acuático cercano a Marsella exclusivamente para mujeres, a las que se les pedía acudir con esa prenda o bien cubiertas, y que fue anulada.