Las esculturas, cada una de cinco metros de altura, fueron inauguradas el pasado verano en la pequeña localidad de Okuizumo, en la montañosa prefectura de Shimane (oeste), y desde entonces se han encontrado con la oposición de algunas familias que no las ven apropiadas para los niños, según informa el diario Yomiuri.
A pesar del revuelo, un funcionario del ayuntamiento del pueblo nipón quitó importancia a las quejas y aseguró hoy a Efe que las autoridades no tienen intención de cubrir las enormes esculturas.
Las obras están situadas en dos parque públicos de esta localidad, de cerca de 15.000 habitantes, rodeadas por campos de béisbol, pistas de tenis y un parque infantil, lo que hace que se encuentren siempre cerca de las miradas de los más pequeños.
Esculpidas por el italiano Enzo Pasquini, llegaron a la localidad nipona como una muestra de agradecimiento para su pueblo natal del próspero empresario nipón de la construcción Kazuo Wakatsuki, que eligió estas dos obras inmortales para permitir a los niños “estar cerca del auténtico arte”, señaló el diario.
Mientras, el alcalde de la localidad, a pesar de aceptar la perplejidad inicial de algunos, considera que todo el problema reside en que se trata de la primera vez que el pueblo cuenta con algo así.
No obstante, con el tiempo espera que los vecinos se acostumbren a estos dos colosos y se acerquen a apreciar su belleza, al tiempo de que sirvan para las clases de arte de la escuela.