Quieren lucir la tricota más fea en Navidad

WASHINGTON. La comida de Navidad, el brindis de fin de año, pero antes de todo ello: la semana de la tricota más fea.

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Esta imposible prenda de los '80 sube al trono de lo moderno en EE.UU. y se convierte en protagonista de fiestas, concursos y carreras prenavideñas.

Mercadillos de segunda mano y portales de Internet dedicados en exclusiva a esta divertida prenda no dan abasto estos días.

Las tricotas de renos y lazos rojos ya no son un cuestionable regalo de abuelas y tías, sino una moda al alza que como casi todo en EE.UU. se ha convertido en una auténtica competición.

Muchos jóvenes pelean en las semanas previas a las vacaciones por llevarse el preciado título de “Jersey (tricota) de Navidad más feo”, un galardón que ahora pueden conseguir no sólo en fiestas de amigos sino también en los concursos que organizan los gimnasios, los barrios y hasta las mismas empresas.

Sacar a pasear el vergonzante jersey navideño habría sido impensable hace tan sólo unos años. Pero la fiebre por lo “vintage” ha alcanzado también a una prenda hasta ahora confinada a las fronteras del salón familiar.

“Es el típico jersey que te regalaban cuando eras niño y sólo te lo ponías durante las vacaciones. Estas prendas se nos han quedado pequeñas o no las tenemos en la ciudad en la que vivimos ahora, por eso compramos nuevos en Internet o en mercadillos de ropa usada”, explica a Efe Maggie Morris, una joven que organizó esta semana su primera “Fiesta del pijama feo de Navidad” en la casa que comparte en Washington.

El día antes de la fiesta, Morris envió un imperativo recordatorio a todos los invitados: “Prohibida la entrada a quien no lleve un jersey lo suficientemente feo y hortera. Si no tienes uno o el que tienes ya no te vale, consigue otro”.

En la fiesta, en la que no faltaron otros “must” navideños como las galletas horneadas, el ponche de huevo o los juegos de mesa, el piropo más deseado no era sobre unos ojos bonitos o un flamante nuevo par de tacones, sino que lo que todo el mundo quería oír era: “Oh, cielos, llevas la tricota más fea de todas”.

La ventaja de adquirir una tricota de Navidad -que ronda entre los 10 y los 30 dólares- es que las semanas previas a las vacaciones ofrecen más de una y de dos oportunidades para lucirlo.

Sólo en la ciudad de Washington se han organizado para estas semanas varias carreras populares al aire libre en las que los dibujos de nieve y los árboles de Navidad han desplazado a un segundo plano los típicos y aburridos dorsales de este tipo de competiciones.

El filón del jersey hortera de Navidad no ha pasado inadvertido para las empresas: uno de los gimnasios más conocidos de la capital de EE.UU. ha organizado un concurso a través de la red social Twitter en el que premiará con tres meses de inscripción gratuita en alguno de sus centros al que envíe una fotografía ataviado con la prenda más fea.

En la calle, en los lugares de trabajo, en las fiestas de amigos, o en Internet, lo que parece claro es que el entrañable jersey de Navidad tardará un tiempo en regresar al que hace no tanto tiempo era su lugar natural: el sofá de los abuelos frente a la chimenea.

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