Decenas de miles de mensajes en las redes sociales, artículos en los principales diarios, comentarios en las tertulias más vistas; el “tan suit” (traje color beige) de Obama no gustó a nadie y acaparó la atención en un día en el que tocaba hablar de Irak, Siria, Ucrania e inmigración.
“Me verán sólo con trajes grises y azules”, dijo Obama a la revista Vanity Fair en 2012. “Intento reducir al mínimo las decisiones. No quiero tomar decisiones sobre lo que tengo que comer o cómo tengo que vestir. Porque tengo otras muchas decisiones que tomar”, argumentó entonces.
Sin embargo este jueves, en su primera rueda de prensa en la Casa Blanca tras unas cuestionadas vacaciones, Obama rompió su código de vestimenta y, en general, el que se espera de un político en Washington: traje oscuro, camisa blanca y corbata azul o roja.
“Ahora Obama sabe a lo que se parece ser una mujer en el poder”, “Obama sabe ahora cómo se siente Hillary”, comentaban algunos usuarios de Twitter en referencia al escrutinio estilístico al que está sometida la ex secretaria de Estado y también otras muchas mujeres del mundo político, entre ellas la actual primera dama.
Con un armario mucho más vistoso, Michelle ha dado más juego a los comentaristas de moda que su marido. A ella, que casi siempre acierta, se le atribuye haber popularizado los vestidos sin mangas (y la correspondiente tonificación de brazos para poder lucirlos) y los zapatos de salón en punta y de tacón bajo.
No se sabe si el ya famoso “tan suit” de Obama tenía la aprobación de Michelle pero conocidos periodistas de los diarios más prestigiosos del país se atrevieron con comentarios muy afilados en cuanto le vieron colocarse en el atril. “Obama promete derrotar a quien sea que le ha hecho ponerse ese traje”, escribió en Twitter Josh Barro, corresponsal político del New York Times.
El popular reportero secundó también otro de los comentarios más generalizados sobre el traje de Obama: la inoportunidad de vestir de un color entre beige y caqui ("un color muy militar", se apuntaba en las redes sociales") en una rueda de prensa donde el anuncio más esperado era si EE. UU. enviará soldados a Siria para luchar contra los yihadistas del Estado Islámico (EI).
“¿El presidente anunció que íbamos a la guerra mientras nosotros estábamos ocupados mofándonos de este terrible traje?”, se preguntó Josh Barro.
Su colega Wesley Lowery, conocido periodista político del Washington Post, no se quedó atrás y escribió en la misma red social: “¿Quién le dio a Obama ese traje viejo de ir a la iglesia sacado del armario de mi padre?”.
Lowery no iba del todo desencaminado porque la única vez que se recuerda haber visto al Obama presidente en un traje de ese color fue en la celebración del domingo de Pascua de este año.
Los gurús de la moda en Estados Unidos estipulan que el último día del año en el que se puede vestir de blanco o tonos claros es el “Labor Day”, el primer lunes de septiembre, que marca en la práctica el fin del verano en el país.
Bajo este criterio, el traje beige de Obama al menos era acorde con la época del año. “Es un color perfectamente apropiado para el verano”, consideró la experta de moda del Post Robin Givhan.
Esta articulista fue una de las contadas voces que salieron en defensa del polémico traje del presidente. La más entrañable fue la del congresista demócrata John Dingell, el más veterano de la Cámara de Representantes, que publicó una foto suya con un modelo del mismo color junto a este comentario: “Yo no le veo ningún problema a ese traje”.
La suya no fue la única imagen de un traje similar al de Obama. Inmediatamente los usuarios de Twitter recuperaron fotografías de expresidentes de EE. UU. en traje beige: de Bill Clinton, de Ronald Reagan y hasta del mismo George Washington en el siglo XVIII.
“Estoy listo para dejar de usar traje por unos días”, declaró Obama a la prensa a principios de mes antes de irse de vacaciones de verano a la exclusiva isla Martha's Vineyard, en Massachusetts.
Lo que no se imaginaba entonces es que, tras unos días de descanso en los que se ha criticado su compaginación de golf y crisis internacionales, sería precisamente algo a priori tan prosaico como la vuelta al traje lo que levantaría la polémica.
Cuentan los más veteranos que, aparte de en la pasada Pascua, a Obama no se le veía en traje beige desde sus tiempos de senador. Sin embargo lo cierto, según reveló un alto funcionario a la periodista Susan Page del USA Today, al presidente “le encanta ese traje”.