Desde este viernes y durante cuatro días más, el sínodo tratará de acercar posiciones respecto a una cuestión que ha dividido profundamente a sus 470 integrantes, por lo que se ha decidido cerrar filas respecto al uso de las redes sociales y se ha recurrido incluso a la ayuda de expertos en gestión de crisis y conflictos.
El nuevo arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de los anglicanos, ha indicado que está a favor de que las mujeres puedan ser obispas lo antes posible, aunque en su discurso inaugural reconoció que todavía existe una “significativa ausencia de confianza”.
El sínodo general -cuerpo legislativo formado por obispos, laicos y clérigos- rechazó el año pasado esta ordenación después de años de intensos debates entre el sector conservador y el reformista.
El caso de las obispas es el próximo desafío de la Iglesia, después de que hace veinte años autorizara por primera vez la ordenación de mujeres sacerdotisas.
Sin embargo, la fuerte oposición de los tradicionalistas a las obispas generó tal descontento que la Santa Sede creó hace unos años la Ordenación Personal en Inglaterra y Gales para los fieles anglicanos que quieran abrazar la comunión católica ante su oposición por las medidas demasiado aperturistas de los anglicanos.
Esta reunión del sínodo también pretende, entre otros asuntos, enviar un mensaje de disculpa a las víctimas de unos abusos sexuales cometidos por sacerdotes anglicanos en la Diócesis inglesa de Chichester en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado.