Productor de carne de perro en Corea del Sur, un trabajo mal visto

NAMYANGJU, Corea del Sur. Labradores, beagles y otros perros ladran cuando sus salvadores los sacan de las jaulas de una granja de Corea del Sur. Serán enviados a sus familias de acogida occidentales para evitarles acabar en un plato.

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Ser productor de carne canina tiene las horas contadas. Ante una cada vez más baja demanda, el productor Kim Young-Hwan aceptó cerrar su establecimiento a cambio de recibir indemnizaciones de la Humane Society International (HSI), asociación con sede en Estados Unidos.

Es el segundo productor en tres años que acepta esta propuesta. Las cantidades exactas son confidenciales pero las transacciones se cifran en cientos de miles de dólares, incluido los costos de adopción. Pero los llamados a prohibir el consumo de carne de perro, que llegan en buena parte del extranjero, chocan con comedidas reacciones, incluso con acusaciones de hipocresía occidental.

“Esta actividad está condenada. Quise parar antes de que fuera demasiado tarde”, suspira Kim, de 56 años. Su criadero, situado en Namyangju, al norte de Seúl, tenía 170 canes. “Los precios se desplomaron estos últimos años”, explica a la AFP. “Apenas consigo llegar a fin de mes. Además, los defensores de los animales me acosan todo el tiempo. Es duro”, añade. Según las estimaciones, los surcoreanos consumen alrededor de un millón de perros cada año. Es un plato delicado que se degusta en verano. La carne roja y grasa, siempre hervida por su ternura, se considera energética.

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Pero la tradición se está perdiendo. Los perros son cada vez más apreciados, pero como animales de compañía, y comer su carne ya es un tabú entre los jóvenes surcoreanos. Los defensores de los animales intensificaron sus esfuerzos para prohibir su consumo. Con campañas que provocan acalorados debates, muchos surcoreanos denuncian un doble rasero cultural.

“No como perro pero estoy harto de aquellos que afirman que sólo los animales lo suficientemente bonitos o lo suficientemente amables a ojos de los occidentales merecen vivir”, critica un internauta. Una quinta parte de los 50 millones de surcoreanos tienen un animal de compañía, sobre todo gatos y perros, señala otro internauta. Pero para muchos, los perros “no son más especiales que los corderos o los conejos”.

Un debate que existe en otras sociedades asiáticas consumidoras de perros, como China, donde el festival de la carne canina de Yulin atrae a multitud de gente para disgusto de los críticos occidentales. Taiwán prohibió el consumo de carne de perro en abril. Algunos consideraron injusto querer salvar a algunas especies en virtud “de una bonita ley en defensa de los animales” .

La opinión está dividida en Corea del Sur, como lo demuestran las encuestas. Aunque el 70% de los surcoreanos no come perro, solo el 40% exige que se prohíba su consumo. Según esta reciente encuesta, un 65% está a favor de que los perros sean criados y sacrificados en mejores condiciones. No hay ninguna ley que regule la matanza de perros en Corea del Sur. Los productores piden al gobierno que someta al sector a la misma reglamentación que el ganado, pero los defensores de los animales exigen simplemente su abolición.

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