Estas calvas en el terreno, que pueden medir entre dos y 35 metros de ancho, se han detectado en diversas zonas del planeta, aunque las mas famosas están en Namibia, donde se cuentan por miles.
La conjetura que proponen Corina Tarnita y su equipo de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, combina las dos principales hipótesis que se han barajado hasta ahora para explicar la existencia de esas formaciones.
La primera explicación con la que han trabajado los investigadores sugiere que los “círculos de hadas” son producto de un patrón de crecimiento que lleva a las plantas a colaborar con los especímenes más cercanos pero a competir con los más alejados, lo que produce una dispersión que da lugar a figuras regulares.
Otros científicos, en cambio, creen que la actividad de insectos y pequeños roedores en el subsuelo es el principal factor que condiciona el avance de la vegetación en determinados puntos el terreno.
Un modelo informático desarrollado por Tarnita indica sin embargo que la combinación de esos dos mecanismos predice con mayor precisión la aparición de los “ círculos de hadas ” que cualquiera de los dos factores por separado.
“Las hipótesis sobre cómo se origina un paisaje con formaciones regulares se presentan habitualmente como alternativas excluyentes. Eso lleva a largos y estridentes debates”, sostiene el trabajo de la Universidad de Princeton.
La autora principal del estudio considera que los dos principales mecanismos propuestos hasta ahora para dar cuenta de esas peculiares formaciones vegetales son complementarios entre sí, y subraya que el fenómeno no se puede explicar a partir de un factor “aislado”.