El pescador, de 37 años, que afirma haber sobrevivido 13 meses a la deriva en el océano Pacífico, necesitaba el visto bueno de los médicos después de recuperarse con dificultades de su experiencia que le llevó a un lejano atolón de las Islas Marshall hace 12 días.
Las autoridades decidieron aislar de los medios de comunicación al náufrago exhausto, que había concedido numerosas entrevistas desde su llegada a Majuro, la capital del archipiélago.
Según una fuente consultada por AFP , Alvarenga debería tomar un vuelo la noche del lunes con destino a Hawái. De allí viajaría a El Salvador, probablemente pasando por la costa oeste de Estados Unidos, para reunirse con su familia.
Desde que llegó a Majuro, Alvarenga ha estado varias veces en el hospital por problemas de deshidratación y para recuperarse de las consecuencias de haber estado meses, según relató, comiendo pájaros y pescado crudos y bebiendo sangre de tortuga y su propia orina.
Alvarenga, que salió a pescar tiburones en la costa mexicana del Pacífico en diciembre de 2012, apareció el pasado 30 de enero en las Marshall, a una distancia de 12.500 kilómetros. Su compañero de pesca, Ezequiel Córdoba, de 23 años, murió cuatro meses después de haber salido de la costa mexicana, según explicó Alvarenga a la AFP la semana pasada.
A su llegada al archipiélago, el salvadoreño sorprendió por su aspecto relativamente saludable, aunque desde entonces se quejó de dolores de espalda y en las articulaciones.
Franklyn House, un médico estadounidense retirado que vio a Alvarenga la semana pasada, explicó a la AFP haber visto “muy retraído” y aseguró que probablemente sufre estrés postraumático, consecuencia de su experiencia en el mar.
Su regreso a El Salvador estaba previsto para el viernes pasado pero según explicó un diplomático del ministerio de Relaciones Exteriores estaba todavía demasiado débil para viajar. Alvarenga vivió más de diez años en México sin papeles antes de su odisea por el Pacífico y en los últimos días dijo querer volver a la pequeña comunidad de pescadores del estado mexicano de Chiapas donde vivía.
Pero según el encargado de negocios de la embajada de México en Filipinas, Christian Clay Méndez, que está asesorando a las Islas Marshall para la repatriación, el pescador tendrá que ir primero a El Salvador y luego solicitar oficialmente su entrada a México.
Sus padres, que calificaron de “milagro” la supervivencia de su hijo, viven en el oeste de El Salvador, cerca de la frontera con Guatemala, y cuidan a Fátima, la hija de 14 años del náufrago. En los últimos días Alvarenga estuvo recluido en un hotel de Majuro, rodeado de medidas de seguridad y sin apenas contacto con el mundo exterior.
Desde entonces casi no se le ha visto en público y el acceso a su habitación fue restringido por orden del gobierno. Fuentes del hospital dijeron que Alvarenga estaba molesto con el bombardeo de llamadas y que por eso quiso irse a un hotel.
Su historia plantea todavía muchos interrogantes, tanto por el largo tiempo que logró sobrevivir en condiciones extremas como por su aspecto físico relativamente saludable cuando fue rescatado. En una entrevista la semana pasada con la AFP , el náufrago dijo que pensó que iba a enloquecer.
“Pensaba que iba acabar loco, que no iba a conocer la gente pensaba yo. Miraba a mi papá, miraba a mi mamá, miraba a mis hermanas, pero eran imaginaciones”, explicó el pescador, que pasaba horas “sentado, viendo el cielo, viendo el sol”.