Desde el siglo XVI, esta colonia se encarga de preservar sus cientos de volúmenes para que no sean devorados por los insectos conocidos como “bibliófagos”.
Cada ejemplar de murciélago que habita en la valiosa Biblioteca de Coimbra (Patrimonio de la Humanidad), puede llegar a cazar en una sola noche medio millar de insectos que sobrevuelan entre los ejemplares.
Por eso, los responsables de la biblioteca, mandada construir en el siglo XVI por el rey João V -de ahí el nombre de Joanina-, aseguran que sus volúmenes se han conservado a la perfección, a pesar de las numerosas hendiduras o circuitos de ventilación por los que se cuelan los insectos.
Cada noche, antes del cierre de la biblioteca, una ópera prima barroca donde se conservan los ejemplares propios de la cultura europea de entre los siglos XVI y XVIII, se protegen los cientos de volúmenes con mantas de cuero, con el fin de que los ejemplares no se deterioren con los excrementos de los murciélagos.
La certeza de la existencia de dicha colonia, en la que conviven dos especies de murciélagos, fue evidenciada recientemente por el investigador lisboeta Jorge Palmeirim que, a pesar de que no los vio, pudo medir los sonidos que emiten cuando salen a volar por la noche.
Especialmente, es relevante la caza de la carcoma, nicobium castaneum, cuya larva excava galerías sinuosas muy aparentes en los libros y puede hacer verdaderos estragos tanto en el papel como en el cuero de las encuadernaciones.
Los conocidos como “pececillos de plata”, compañeros de las carcomas, son también objeto de caza para los murciélagos porque, en vez de hacer galerías, acaban consumiendo las hojas de papel, preferiblemente de libros antiguos.
Sin embargo, el aumento de ejemplares y el paso del tiempo han hecho que los murciélagos no sean suficientes como medida protectora de los libros de la Biblioteca Joanina, uno de los principales atractivos turísticos de Coimbra.
Según informó a EFE la Universidad de la ciudad, recientemente fue adquirida una cámara de anoxia de seis metros cúbicos de capacidad para tratar el fondo bibliográfico.
El objetivo de dicha cámara, que supuso una inversión de 70.000 euros por parte de la Universidad, es la desinfección de los libros, evitando así la acción insectívora.
En los tres pisos de la Biblioteca Joanina se conservan 60.000 volúmenes de diversas materias, todos editados hasta el final del siglo XVIII, y, en conjunto con la Biblioteca General de esta universidad, se contabilizan un millón de volúmenes.
Además de libros, la Biblioteca Joanina guarda periódicos, revistas, manuscritos muy particulares y colecciones especializadas, entre los que sobresale una notable colección de mapas antiguos y un extenso e inusual conjunto de documentos musicales de entre los siglos XVI y XVIII.
En esta biblioteca, considerada una de las más relevantes del mundo, se encuentran ejemplares de lo más singulares, tales como la primera edición de las “Lusíadas”, una biblia hebrea editada en la segunda mitad del siglo XV de la que apenas existen una veintena de ejemplares en todo el mundo.
También llama la atención la “Biblia Latina de las 48 líneas”, llamada así porque cada página tiene 48 líneas. Esta biblia fue impresa en 1462 por dos socios de Gutenberg y es considerada una de las más bellas de entre las cuatro primeras biblias impresas.
La Biblioteca Joanina fue construida sobre una prisión medieval y, más tarde, sus celdas se usaron como prisión académica para los malos estudiantes.