Mujer “poseída” por alma en pena crea controversia en Israel

TEL AVIV. El mito judío de “dybbuk” -la intromisión del alma inquieta de un fallecido en otra persona- volvió a aparecer en estos días en la ciudad ortodoxa de Elad, 30 kilómetros al este de Tel Aviv.

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Una joven ingresó dramáticamente a una sinagoga y confesó estar poseída por el espíritu de un hombre que vivió hace siete décadas. Al parecer se trata de un hombre agobiado por el remordimiento de haber cometido un asesinato. “Conozco su identidad, también vi su tumba”, dijo la mujer.

La “poseída”, contó la prensa ortodoxa, fue recibida por unilustre local. Las preguntas del religioso, a partir de los textos sagrados del judaísmo, fueron precisas con rigor científico. Pero, las respuestas de la mujer fueron vagas y contradictorias. Tras eso, la ciudad de Elad quedó dividida: por un lado,quienes están seguros de que se está en presencia de un acontecimiento misterioso e inquietante y, por el otro, despuntan los que llevan el caso a los parámetros de la medicina, en particular, de la esquizofrenia.

La cuestión estuvo rodeado de un alto grado de emotividad y tensión en las tres sesiones llevadas a cabo por los altos religiosos de la sinagoga Yabia Omer, ante la presencia dedecenas de creyentes. Allí, la mujer, según narró la prensa ortodoxa, “gemía en el suelo, gritando, y hasta habló con voz de hombre”. “¿Cómo has entrado espíritu en este cuerpo?”, preguntaron los religiosos. “Por la boca”, respondió la voz de timbre masculino.

“¿Cuál era tu nombre en vida?”, indagaron luego. “Aarón, hijo de Massuda”, replicó, apelando a un nombre muy común en la época de los hebreos marroquíes. “¿Cuál fue tu pecado?”, fue otra pregunta. “Un asesinato”, tal como proclamaba la mujer.

Tras esa reconstrucción, los rabinos entonces comenzaron a recitar oraciones y clamaron por la intervención de los ángeles en un intento de forzar al espíritu para que salga del cuerpo de la mujer. Normalmente, la salida del alma en pena es por un dedo del pie, dicen los expertos. Y de hecho, según el relato publicadopor la prensa ortodoxa, “el dedo gordo del pie de la mujer se hinchó de repente”. “Luego la hinchazón se propagó a la pierna y más allá, hasta el cuello”, contó el artículo periodístico.

Pero la intervención parece no haber tenido éxito.

En los días claros, desde las colinas de Elad se ven a simple vista los rascacielos de Tel Aviv -buque insignia del Israel tecnológico-, donde las leyendas oscuras del judaísmo europeo enraizadas desde hace siglos se observan con una dosis de escepticismo. En un boletín local, un rabino influyente denunció desde la capital con palabras severas a “esos chapuceros que creen en esos hechizos” y se ocupan de las ciencias ocultas a pesar de ser “completamente ignorantes de la Torá”, el texto sagrado que contiene la ley y el patrimonio de identidad del pueblo israelita.

Toda la historia, en su opinión, es un “buki sriki”, una historia sin sentido. “La pobre mujer sólo necesita ser admitida en un asilo para enfermos mentales y que Dios tenga misericordia de ella”, completó tajante el rabino.

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