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Uno de los pioneros es Tony Berthelot, cuyo dispensador automático de ostras frescas en la occidental Isla de Ré ofrece un gran abanico de calidades, tipos y tamaños 24 horas al día y siete días a la semana.
Los criadores de ostras franceses están siguiendo los pasos de otros productores de alimentos frescos que antes regentaban puestos junto a las carreteras durante largas horas pero ahora utilizan máquinas.
"Podemos venir en la medianoche si queremos, si tenemos antojo de ostras. Es excelente; son realmente frescas", afirmó Christel Petinon, una clienta de 45 años que pasaba sus vacaciones en la isla, a Reuters.
El dispensador refrigerado de Isla de Ré, uno de los primeros en funcionamiento, tiene compartimentos acristalados para que los clientes puedan ver lo que compran y es muy parecido a los aparatos que ofrecen aperitivos y bebidas en las estaciones de trenes y en las oficinas del mundo entero.
Los clientes pueden usar una tarjeta bancaria, abriendo la puerta que deseen y escogiendo entre una serie de tamaños de cajas y tipos de ostras.
Berthelot, que lleva 30 años criando ostras, lo ve como una fuente extra de ingresos más que como una alternativa a puntos habituales de venta como las ferias de alimentación, las pescaderías y los supermercados.
"Sentíamos que estábamos perdiendo muchas ventas cuando estamos cerrados", afirmó. "Hubo un costo implicado al comprar la máquina, por supuesto, pero la estamos pagando a plazos (...) Y hoy, en teoría, podemos decir que los cálculos eran correctos y está funcionando", agregó.