“Les alimentamos, les bañamos y, si les pasa algo, nos sentimos mal”, explica Sitaram Mangashid, un empleado del refugio Shree Gopala Gaushala. Este lugar es uno de los 25.000 “gaushalas”, o “refugios para vacas”, instalados en India para proteger a las reses de toda matanza ilegal o para hacerse cargo de ellas durante sus últimos años de vida.
El refugio acoge 450 vacas, sagradas para los hindúes de India, y se enfrenta a una llegada masiva desde la prohibición hace tres meses de los mataderos bovinos en el Estado de Maharashtra, cuya capital es Bombay. “Las vacas son como madres para nosotros y es nuestro deber ocuparnos de ellas”, explica el secretario del centro, Sudhir Ranade. “No es verdad que la vaca sirva solo para dar leche y que después haya que deshacerse de ella”.
La presión ejercida por los hindúes más radicales llevó a que el Estado impusiera esta ley, considerada por las minorías religiosas como un símbolo de su creciente influencia desde la llegada al poder del nacionalista hindú Narendra Modi. En su página web, el Shree Gopala, un gaushala privado fundado en 2002, se describe como “una casa para vacas y bovinos infelices”. Este refugio emplea a 45 personas y acoge 1.600 animales como toros, bueyes y búfalos de agua.
Algunas vacas llegaron al centro de la mano de sus dueños al ser demasiado viejas para el ordeño, otras evitaron la muerte en un matadero ilegal, algunas fueron víctimas de un accidente de carretera o fueron abandonadas después de enfermar al haber comido plástico de la basura.
Los bovinos heridos son operados y cada rumiante es cuidado hasta su muerte. Cuando llega el momento, un sacerdote realiza los últimos ritos. En el refugio para vacas de Bombay Panjrapole, en el corazón de Bombay, el afecto que reciben los animales no tiene límites.
“Quinientas de nuestras vacas son viejas, y de 40 a 50 son minusválidas” , dice Adi Mogrelia, secretario del Bombay Panjrapole Trust, el refugio para animales más antiguo de la megalópolis, fundado en 1834. “Tenemos vacas ciegas, algunas solo tienen un ojo o tres piernas, pero nos ocupamos de ellas hasta su muerte. Las tratamos como si fueran parte de nuestra familia”, dice.
En marzo, las autoridades de Maharashtra extendieron a los toros y a los bueyes una prohibición que regía para las vacas desde 1976 y que se castiga con cinco años de prisión. Sin embargo, la matanza de búfalos de agua sigue siendo legal. Desde la aprobación de esta nueva legislación, cerca de 30 bovinos viejos llegan cada mes al Shree Gopala, según el secretario.
Las autoridades anunciaron además un proyecto de construcción de tres refugios, gestionados por el Estado para ayudar a las organizaciones privadas. “Estamos desbordados, tienen que construir otros refugios para ayudar a las vacas. Los costes de la mano de obra y de los alimentos aumentan y no recibimos ninguna subvención. Es muy difícil”, añade el responsable del Bombay Panjrapole.
La prohibición de la matanza del buey ha supuesto, sin embargo, un duro revés para la actividad de los mataderos legales de Bombay y de la comunidad de carniceros musulmanes. Según Appasing Pawra, un antiguo encargado del matadero de Deonar, en la actualidad se sacrifican solo 250 búfalos de agua al día, en comparación con las 550 matanzas de bovinos diarias que se realizaban antes.
El presidente de la asociación de vendedores de bovino de la región de Bombay, Mohamed Ali Qureshi, estima que alrededor de 1.000 carnicerías han tenido que cerrar y que las ventas se han reducido en un 75% en tres meses.
Para Qureshi, la nueva ley es injusta con los musulmanes. “La comunidad de carniceros es musulmana al 99%. Son carniceros desde hace generaciones y solo saben hacer una cosa, cortar carne”, señala. Pero “el Estado no ha previsto ningún plan de reconversión”. Mientras tanto, en el Shree Gopala, Ranade asegura que salvará de la muerte a todas las vacas que pueda. “Nuestras puertas están abiertas. Las vacas refuerzan nuestro bienestar espiritual y tienen el poder de suprimir toda energía negativa”.