Mustafa Mohammadi fabricó en 45 días un coche solar, eléctrico y a pedales a la vez para dar una oportunidad tanto al aire contaminado de Kabul como a los miles y miles de personas que no pueden costearse un vehículo.
Reconociendo que la sombra de la inseguridad y el conflicto ha afectado a los afganos durante las últimas tres décadas, este joven subrayó a Efe que a él le motiva que la gente, su gente, pueda vivir mejor. “Siempre me molesta oír que cientos de niños y ancianos afganos mueren anualmente de enfermedades respiratorias, causadas por la contaminación del aire”, indicó a Efe Mohammadi, de 25 años, en el pequeño habitáculo en el que fabricó su prototipo al explicar las razones que le llevaron a construirlo.
Mohammadi quería encontrar una solución a los riesgos y penalidades que pasan familias enteras que viajan en motos inseguras en el duro invierno o el verano caluroso, entre polvo y lluvia contaminada en las ciudades. “Presenté el diseño de mi coche a un amigo, afortunadamente le gustó y financió el proyecto”, que costó unos 90.000 afganis, alrededor de 1.500 dólares, explicó.
El resultado fue Photon, un coche con capacidad para dos personas impulsado por un motor de 60 voltios de potencia alimentado por cinco baterías conectadas cada una de ellas a un panel solar colocado en el techo del automóvil. “Con las baterías totalmente cargadas tiene potencial para cubrir 50 kilómetros de distancia con una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora”, relató su creador.
Mohammadi defiende que este es el primer coche solar afgano, aunque también tiene la opción de recarga eléctrica en días nublados y hasta unos pedales como último recurso “en casos de emergencia”. Sin embargo, las opciones de que el prototipo pueda llegar mucho más allá son inciertas. La Administración afgana carece de un departamento que legalice este tipo de innovaciones fabricadas en el país, por lo que su creador no dispone de documentos para poder circular legalmente con Photon por la ciudad.
El profesor de la Universidad Politécnica de Kabul Abdul Ahad Khaliqi indicó a Efe que hay cientos de afganos, incluso sin formación académica, con ideas innovadoras que no pueden implementar por las limitaciones y la falta de apoyo técnico y financiero. “Aún no tenemos una oficina especial gubernamental para analizar y apoyar el trabajo o incentivar a nuestros innovadores, así que en general no tienen otra alternativa que guardar las ideas en sus cabezas”, indicó.
Además los inventores se pueden encontrar con problemas derivados de vivir en un país en conflicto, como le ocurrió a un inventor que terminó temporalmente en prisión por su avión a escala no tripulado que fue confundido con un dron por los cuerpos de seguridad. Ahad celebró el ejemplo de Mohammadi, que, según dijo, representa a una generación que “finalmente quiere salir del conflicto y pensar sobre el futuro y la prosperidad de la nación, pero aún hay docenas de desafíos dificultándolo”, dijo.
“Si vas a zonas rurales los niños en las escuelas en las clases de arte y dibujo lo que pintan son soldados, AK-47 y tanques en sus pizarras y cuadernos”, indicó. “Eso significa que estamos todavía en guerra y que tenemos que pelear para al menos cambiar la mentalidad de la generación más joven para tener un futuro más brillante en lugar de pistolas, tanques y cazas voladores”, agregó.
Para Mohammadi el problema del conflicto no es simplemente un asunto de seguridad para los innovadores que viven en el país. “Si no hubiera conflicto al menos algunas compañías podrían desarrollar el diseño de mi coche para producir más de ellos, pero ahora no tengo esperanza de que el vehículo se haga viejo y se rompa sin que lo hayan llegado a usar mis compatriotas”, indicó.