Durante una visita a una destilería en Escocia, el secretario de Estado del Tesoro, el escocés Danny Alexander, declaró que las medidas permitirán “proteger una de las industrias exportadoras británicas más importante y exitosa”, y asegurarse que “la gente que compra Scotch sepa bien lo que compra: el alcohol más refinado del mundo”.
“El gobierno británico cumple con su trabajo para asegurarse de que las falsificaciones baratas no perjudiquen” a los originales, añadió Alexander.
Según el gobierno, el sector del whisky escocés aporta anualmente 4.000 millones de libras (4.800 millones de euros y 6.500 de dólares) a la economía escocesa y da trabajo a 10.000 personas en Escocia.
En el marco de este nuevo dispositivo de protección, la administración fiscal y aduanera efectuarán controles en todas las empresas que intervienen en la producción (fermentación, destilación, embotellado, etiquetado) para asegurarse de que respetan las reglas europeas.
Luego, la administración publicará la lista de marcas, lugares de producción e importadores certificados.
El dispositivo se extenderá a otras bebidas británicas, como el brandy de manzana de Somerset (oeste de Inglaterra) o el whisky de Irlanda del Norte.
La asociación de productores de whisky escocés (SWA según sus siglas en inglés) saludó la iniciativa del gobierno y dijo que equipara la protección a la que tiene el cognac francés.
Para David Frost, su director general, las nuevas medidas representan “un cambio radical” que “reforzará la capacidad del sector para poner fin a la venta de botellas de whisky escocés falso”.