Las palomas de carreras de Pakistán desatan pasiones

LAHORE. Una bandada de palomas alza el vuelo desde un tejado de Lahore, recorre los minaretes mogoles y desaparece de la vista. No son pájaros corrientes, sino campeonas de resistencia idolatradas en Pakistán.

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“Es una historia de amor”, comenta con una sonrisa Akhlaq Khan, un colombófilo octogenario autor del único libro sobre el tema en el país. “Usted no ve la diferencia entre ellas”, dice mientras sostiene un ave de cuerpo blanco y cabeza de distintos colores. “Yo conozco el valor de cada una con tan sólo mirar sus ojos y sus plumas”.

Sobre el tejado de un barrio de Lahore, cientos de palomas arrullan en el interior de jaulas azul celeste. En las películas y en el imaginario colectivo, la paloma, o “kabutar” , se asocia con las cartas de amor destinadas a los harenes y a las órdenes militares que enviaban otrora los soberanos a los campos de batalla.

“Los emperadores mogoles fueron quienes introdujeron en el subcontinente indio las especies especializadas en el vuelo” muy populares en Asia central, donde reinaron a partir del siglo XVI, explica Khan. El emperador mogol Akbar el Grande sentía pasión por ellas. “Un autor de la corte cita que tenía 20.000 pájaros”, afirma el experto.

En la actualidad, millones de paquistaníes se apasionan por las carreras de palomas: vuelo de altura o a baja altitud, vuelo con dos equipos que intentan atraer a los pájaros del adversario... entre otras modalidades. En los cascos antiguos de todas las ciudades del Punyab, así como en Karachi, los tejados disponen de jaulas.

Es uno de los pocos pasatiempos compartidos por todos los estratos sociales: los expertos suelen ser iletrados y los propietarios, ricos. Una paloma de calidad vale cientos de euros, o sea el equivalente a meses de salario medio en Pakistán. Varios príncipes árabes se han sumado a la tradición y organizado competiciones en el Golfo, con el asesoramiento de expertos paquistaníes.

Para las de altura, la regla es sencilla: al alba cada equipo de siete u once palomas abandona el tejado y se pasa todo el día volando. El tiempo de vuelo de cada ave se contabiliza cuando vuelve, bien entrada la noche. Un árbitro del bando rival pone un sello al ala de cada ave, calcula el promedio de tiempo de vuelo y al cabo de siete u once carreras organizadas cada dos días, el equipo con más minutos gana.

“Las palomas salen en torno a las 5 de la madrugada y si regresan sobre las 4 ó 5 de la noche consideramos que son buenas”, explica Syed Mehtab Shah, un participante de la Copa Baréin. “Me gustar ganar a mis rivales (...) Me alegra y me aporta gloria”, explica este colombófilo de Islamabad, rodeado de amigos que se han desplazado para ver aterrizar a las aves.

Se callan en cuanto dos de sus pájaros se acercan. Los reconoce por la marca rosa chillón pintada en las alas. Con unos prismáticos admiran cómo se posan guiadas por una bandera pero siguen pendientes de las que no han llegado.

Las mejores vuelan más de 12 horas sin beber ni comer bajo un calor asfixiante. A cambio reciben un trato digno de grandes deportistas: masajes con telas tibias y dietas de lujo cuyo secreto guardan con celo los “ustads”, expertos en palomas.

En su libro, Khan revela la receta para estas atletas aladas: almendras molidas, cardamomo y granos de loto indio en polvo, además de “agua de vida”, una infusión a base de comino, pimienta y otras especias. También elogia las virtudes del vino de Oporto y del whisky (dos bebidas ilegales en Pakistán) , del azafrán y del ginseng.

Como el deporte no está regulado, también se usan otros ingredientes menos naturales. “Se utilizan esteroides anabolizantes, pastillas de calcio y a veces sedantes para aturdir un poco a la paloma”, explica Waqar Haider, un discípulo de Akhlaq Khan. “Pero los medicamentos tienen efectos secundarios y son difíciles de comprar por internet”, afirma este hombre de Rawalpindi.

Los vencedores pueden ganar un coche, motocicletas o teléfonos móviles, financiados principalmente con los derechos de inscripción. De esta manera, la historia de amor se convierte a veces en historia de dinero. “Este deporte ha caído en el deshonor desde que se hacen apuestas”, se queja Khan. Y despierta celos. Para cada competición, la esposa de Haider se pasa horas pelando almendras y cocinando para los invitados. “Le dedica más tiempo a las palomas que a mí”.

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