Es Ruth Bader Ginsburg, una octogenaria jueza del Tribunal Supremo de EEUU que se ha convertido en icono de la cultura pop a raíz de su vehemente defensa de los derechos de las mujeres y los homosexuales.
“Reputada R. B. G.” es la expresión con la que miles de memes compartidos en Internet, impresos en camisetas y recreados en tatuajes rinden homenaje a la más anciana de los nueve magistrados que componen el Supremo.
El mote proviene de “Notorious (Reputado) B.I.G.”, considerado uno de los raperos más influyentes de la historia de la música, con el que Ginsburg comparte su origen en Brooklyn (Nueva York) y, según sus seguidores, el carácter pionero de su carrera.
El mismo apodo da nombre a un nuevo libro que acaba de salir a la venta en Estados Unidos y que combina un relato serio sobre la vida de la jueza con una colección de dibujos y grafitis sobre ella, recolectados desde 2013 en una página de la red social Tumblr.
Ginsburg lleva 22 de sus 82 años en el Supremo, adonde llegó en 1993 como la segunda mujer de la historia en la máxima corte del país, después de toda una carrera dedicada a causas feministas.
Mientras sus compañeros adornaban la toga con corbatas, Ginsburg se hizo con una colección de pañuelos de encaje y elaborados collares de todo el mundo, hasta el punto de que ha confesado reservar uno para cuando se opone a una decisión del Supremo y otro para cuando le toca leer la opinión de la mayoría en un caso.
Su ejército de seguidores se debe a sus apasionados argumentos en contra de decisiones clave del Supremo, como la que en 2014 permitió a ciertas empresas negarse a financiar los planes anticonceptivos de sus empleadas, y a sus elocuentes alegatos a favor de sentencias como la que legalizó el matrimonio gay en junio pasado.
Las imágenes que circulan por Internet la muestran con la misma corona que llevaba el rapero “Notorious B.I.G.”, con los colores de la bandera homosexual o con lemas como “No se puede deletrear 'verdad' (truth) sin Ruth”.
La veterana magistrada no suele levantar la voz y cree más en los cambios graduales que en las maniobras radicales, por lo que casi siempre ha evitado las salidas de tono y ha fomentado un buen ambiente entre sus colegas, cinco de ellos de tendencia conservadora y cuatro, incluida ella, de orientación liberal.
En los últimos años, sin embargo, la jueza nombrada por el expresidente Bill Clinton se ha mostrado más exaltada, escribiendo impetuosos argumentos de disconformidad con decisiones del Supremo en casos sobre derechos al voto o discriminación racial. Pero hay que remontarse al comienzo de su carrera para entender la devoción de muchos por esta mujer menuda, de grandes gafas y cabello invariablemente recogido en un moño impecable.
Cofundadora del Proyecto de Derechos de las Mujeres en la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), Ginsburg argumentó seis casos ante el Supremo en la década de 1970, con las mismas ideas que defiende hoy a favor de la igualdad de género en el ámbito laboral y la libertad para abortar. “Mi idea básica es que no es asunto del Gobierno tomar esa decisión en lugar de una mujer”, dijo Ginsburg en una entrevista con el diario The New York Times en 2006.
Aunque esas opiniones podrían haberla convertido en una figura controvertida, Ginsburg siempre logró mantener su reputación como una jurista equilibrada, y su confirmación para el Supremo fue la más rápida en dos décadas, con 96 votos a favor y 3 en contra.
Pero a la primera jueza judía del Supremo nunca le incomodó la etiqueta de feminista, y muchos creen que su vida tradicional, casada y con dos hijos, contribuyó a suavizar la impresión que transmitía a los más conservadores.
“Creo que si no tuviera la imagen de persona organizada, pulcra y de voz suave, la habrían considerado una radical provocadora”, afirma una amiga de Ginsburg, Cynthia Fuchs Epstein, en el libro sobre la jueza publicado este martes.
Las coautoras del libro The Notorious R.B.G., las periodistas Irin Carmon y Shana Knizhnik, aseguran que a la jueza le divierten las pasiones que genera en Internet, y que el año pasado se reunió con los creadores del meme que la comparaba con el rapero. Lo hizo una mañana de diciembre, poco después de salir del hospital tras desmayarse durante una de las sesiones regulares de gimnasia que mantiene varias noches por semana.
Sus cuatro seguidores le preguntaron qué mensaje tenía para todos los jóvenes que la admiran.
“Díganles que estaré haciendo flexiones la semana que viene”, respondió Ginsburg, que no ha mostrado, hasta ahora, ninguna intención de abandonar el puesto vitalicio.