Modernidad deja atrás a los camellos en la India

PUSHKAR. Miles de camellos se esparcen a las afueras de la ciudad india de Pushkar para ser vendidos en una de las mayores ferias del sector del mundo, pero cada año se reduce el número de estos animales, desplazados por la modernidad.

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Una pequeña colina sirve de campamento a los camelleros llegados de todo el desértico estado del Rajastán, en el norte de la India: los animales pacen entre tiendas de campaña, mientras hombres tocados con coloridos turbantes los preparan para la venta.

“Ahora hay más tractores y máquinas, así que nuestro negocio va para abajo. Cada vez hay menos camellos. Ahora son sacrificados para vender la carne”, dijo Om Prakash, de 60 años, que lleva 12 años visitando la feria por negocios.

La Feria de Camellos de Pushkar, que se celebra entre el 10 y el 17 de noviembre, es en realidad una feria de dromedarios, pero nadie utiliza esa palabra en el evento y siempre se habla de camellos.

Prakash llegó a Pushkar, pequeña urbe rajastani que rodea un lago sagrado, con cinco camellos desde Ganganagar, una travesía de cuatro días por el desierto, acompañado de su familia: su nieta y su marido con cuatro de sus cinco hijos.

“Hasta hace cinco o seis años había tanta gente en esta feria que no era posible ni estar de pie”, aseguró Prakash, hijo y nieto de camelleros y que espera que su descendencia se dedique a los mismo.

En la India los camellos se han utilizado tradicionalmente para trabajar en la agricultura y como modo de transporte, pero la llegada de la modernidad en forma de tractores y camiones está desplazando a estos animales.

Más de un millón de camellos campaban por el país asiático en 1982, pero tres décadas de desarrollo económico han reducido esa cifra a 500.000 en 2007, el 80 % de ellos en Rajastán, de acuerdo con el último censo del Ministerio de Agricultura.

La Feria de Camellos de Pushkar ha sufrido las consecuencias de este proceso: este año se esperan 4.739 camellos en comparación con los 8.000 de 2011, según la oficina veterinaria de la ciudad.

La situación es tal que ahora se venden camellas, antes un tabú, ya que las féminas aseguraban la supervivencia de una manada con sus crías: hoy incluso se venden féminas para ser sacrificadas por la carne.

“La carne se exporta a otros estados indios e incluso Nepal. Para ellos es como pollo”, se lamentó Prakash, quien añadió que con la matanza de las camellas, que solo dan a luz una vez al año, disminuye el número de estos animales.

El camellero Mahendra Singh, que lleva una década en este negocio y ha traído cinco camellos a la feria, expresó una opinión parecida: “Cada vez hay menos compradores y tenemos que vender más barato”.

Los camellos jóvenes de entre 4 y 5 años son los que venden por un precio más caro, entre 40.000 y 60.000 rupias (630- 950 dólares), mientras que animales más mayores valen la mitad. El negocio de los camelleros consiste en comprar camellos de un año -hasta esa edad deben estar con la madre- por unas 10.000 rupias (150 dólares), criarlos dos o tres años y después venderlos a un precio mayor.

Pero si el mercado de los camellos se encuentra a la baja no así el turismo que genera la presencia de estos animales: Pushkar, popular destino de “mochileros” durante todo el año, recibe miles de turistas durante la feria.

Atraídos por el exotismo de la feria, los paseos en camello y el bazar lleno de collares y productos de cuero, el número de turistas extranjeros armados con cámaras de fotos probablemente supere al de camellos. Además, un festival dedicado al dios Brahma -Pushkar acoge el primer templo dedicado a esta divinidad- atrae a su vez a miles de indios a esta ciudad, que por unos días bulle de actividad.

Mientras los peregrinos rezan y los turistas hacen compras, el camellero Umeda Ram, de 60 años, expresó su pesimismo: “He traído cinco camellos, quizás los venda todos, o solo dos, o me tenga que llevar los cinco a casa”.

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