“Me dijeron que no podía ir sola por la inseguridad, pero en el camino sólo encontré buena voluntad y paz”, dijo Moronsini al entrar en Luján, 70 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
Decenas de personas y medios de comunicación esperaban en los alrededores de la basílica a la “abuela peregrina”, como la bautizaron sus seguidores en Facebook, quienes crearon un perfil para informar sobre sus pasos.
El periplo de Moronsini comenzó el pasado 27 de diciembre en la norteña ciudad de Tucumán y sufrió un contratiempo a tan sólo 35 kilómetros del destino, cuando el pasado lunes se fracturó el tabique nasal y el dedo meñique por una caída fruto de una descomposición.
Tras recibir el alta médica, dos días después retomó la caminata y hoy alcanzó su meta, emocionándose por el cálido recibimiento.
La anciana tiene una contextura física pequeña y suele caminar con zapatillas deportivas, anteojos de sol, un gorro y un chaleco color naranja para ser vista por los conductores.
Además, viaja empujando un pequeño carrito en el que lleva pan, agua y leche en polvo. Emma ya hizo largas peregrinaciones en Polonia, Israel, México y Brasil.
La mujer decidió peregrinar al santuario de Luján después de escuchar hablar al papa Francisco de la principal advocación mariana de Argentina.