Esta rapaz marrón, de cabeza y cola blancas, es además ayudada en la incubación de los huevos por su pareja, M15, mientras tres cámaras camufladas siguen todos sus movimientos y la evolución de los huevos.
Hay momentos que el águila de turno se para, observa los huevos, los tapa por los lados con ramas y hojas, y se sienta de nuevo encima de ellos para continuar con su trabajo de mantenerlos calientes, en su nido de Fort Myers, en la costa este de Florida.
Es la quinta vez que hay seguimiento en vivo de este nido, que construyeron estas rapaces en una rama a unos 18 metros (unos 60 pies) del suelo, por cámaras instaladas por la compañía de bienes raíces Dick Pritchett.
Las cámaras están instaladas árboles vecinos y una, con visión nocturna, en el mismo pino donde está el nido, según el website de la compañía, que señaló que en la primera temporada, en 2012, llegaron a tener 16 millones de visitas al portal.
Los encargados del programa de seguimiento aseguran que las cámaras no interfieren de ninguna forma en la vida salvaje de estas águilas, no emiten ruidos ni luces, en cumplimiento de las normativas ambientales sobre abuso de animales.
Durante los seguimientos, que suele ser entre octubre y mayo, pues durante el resto del tiempo estas águilas no están por la zona, ha habido alegría y también mucho drama, como si se tratara de un “reality show”.
En promedio se han empollados dos huevos por temporada, la mayoría de ellos han llegados a nacer, desarrollar sus plumas y salir volando, mientras otros han eclosionado, pero luego muerto su cría, e incluso la primera pareja de Harriet, Ozzie, murió en septiembre de 2015 tras pelearse con otro macho.
“Cada temporada trae muchas sonrisas, risas e incluso algunas lágrimas. Esperamos que se sintonice para ver estas rapaces especiales y se enamore de ellas como lo hemos hecho nosotros”, dice Dick Pritchett, directivo de la empresa, en su website.