En Nueva York, la barba ha empezado a ser un toque de distinción polivalente, tanto para los ejecutivos que quieres resultar más agresivos, los galanes que quieren ser más masculinos o los “ hipsters ” que quieren ser más “ hipsters ” , y las consultas de injertos capilares empiezan a registrar un aumento de clientela para el trasplante de vello capilar en la cara.
Implantarse una barba entera cuesta entre 7.000 y 8.000 dólares y, si lo que se necesita es un relleno o disimular esas zonas en las que el pelo no crece tanto, el precio puede rondar los 2.000 o 3.000 dólares.
“El trasplante de pelo facial se ha hecho popular en gran parte porque la gente se ha dado cuenta del resultado tan natural que se puede obtener ” , asegura a Efe el doctor Kevin Ende, que empezó a ofrecer este servicio en 2007 y en el último año ha visto cómo se convertía en uno de los servicios estrella de su clínica en Madison Avenue, con entre una y dos visitas semanales demandándolo.
El proceso quirúrgico no es muy distinto al de cualquier injerto capilar: el lugar clásico del que tomar el cabello es la parte de la nuca y, una vez tomado el pelo, se puede implantar en la cabeza, en los brazos, en las piernas o en la cara.
La barba, a lo largo de la historia, ha representado valores positivos, como virilidad, sabiduría y estatus social, o negativos, como barbarismo (de donde etimológicamente viene la palabra, en latín 'barbarus' significa extranjero) , excentricidad o satanismo.
De igual manera que se ha representado tradicionalmente con barba a Jesucristo, a Dios a Thor o a Poseidón.