“No conozco a esa persona”, zanjó Hong Lei, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, cuando en su rueda de prensa diaria se le preguntó acerca de la reacción de Pekín tras la espontánea dedicatoria de Elton John.
La contundencia de Hong al negar haber oído hablar del “superventas” británico se contradice, sin embargo, con el intenso contacto que los artistas internacionales mantienen con el régimen comunista para recibir la luz verde de las autoridades y actuar en la potencia asiática.
Durante el arduo proceso, los “aspirantes” a actuar en China se ven obligados a, entre otras muchas cosas, enviar a las autoridades pertinentes una lista de las canciones seleccionadas, además de una detallada traducción al mandarín de sus letras, como le ocurriera el año pasado a Bob Dylan.
Pero el aparato censor chino no llegó a tiempo de apagar el micrófono de John cuando, al estilo de la proclama protibetana de la islandesa Björk en un concierto en 2008, hizo un alto en su actuación para afirmar: “Dedico el concierto al espíritu y talento de Ai Weiwei”.
La inesperada dedicatoria sorprendió a Ai entre el público de la abarrotada sala “MasterCard” el domingo. Aún halagado por el arranque de John, el artista chino aseveró que se trata de un gesto de “especial trascendencia”.
“Su valentía y pasión me hicieron sentir extremadamente feliz y también muy impresionado. Arriesgó mucho al decir eso delante de tanta gente”, dice el artista desde su estudio pequinés, en el que estuvo bajo arresto domiciliario hasta el pasado verano, después de un año de un confinamiento casi total.
El famoso disidente chino, de 55 años, no conocía personalmente al célebre cantante, diez años mayor, hasta el domingo. Ai, muy prolífico en las redes sociales -pese al control que pesa sobre ellas en China-, había hecho un guiño en su Twitter al cantante británico antes del concierto con un directo mensaje:
“Me supergusta Elton John”, escribió, y poco después se colgaba en la red una foto de ambos en el camerino de John momentos antes de que el transgresor cantante de “Candle in the wind” se subiese al escenario frente a más de 10.000 personas. Al margen de lo anecdótico, Ai remarca que el “apoyo de un artista a otro ” es en este caso “una reivindicación de gran importancia, ya que hay mucha gente en China que le quiere y muchas personas que pudieron escucharle con claridad”.
Para Ai, conocido por su peculiar estilo combativo -su última actuación estelar fue versionar el équido baile del “Gagnam Style” para denunciar la censura china-, las palabras de John transmitieron “valores muy importantes que defienden la dignidad humana”.
“Había mucha gente joven frente a un artista que el mundo respeta. Transmitió el mensaje de que el arte y la música sirven para abanderar la libertad y defenderla”, dijo un Ai abrumado y bastante más elocuente de lo que acostumbra.
El artista, quien contribuyó al diseño del estadio pequinés “El Nido”, todavía tiene problemas con las autoridades chinas -hace un mes un juzgado de la capital denegó su apelación a una sentencia por evasión fiscal- y, aunque puede salir de su casa sin informar a la Policía, no puede abandonar el país.
A pesar de las restricciones a su libertad de movimiento y los intentos de Pekín por estrechar el cerco a internet -su principal herramienta de expresión-, Ai se alegra de que Elton John demostrara con su dedicatoria “ a la gente en el poder que la libertad nunca se puede frenar ” . Aunque el Gobierno chino no sepa tararear sus canciones.