Fallecido en junio pasado a los 87 años, Piero Macchi, un apasionado de la mecánica y el buen vino, fundó en 1957 Enoplastic, una fábrica de corchos y etiquetas para botellas de vino en Bodio Lomnago (Alpes italianos).
Poco antes de su muerte, agregó una cláusula a su testamento para legar 1,5 millones de euros a sus empleados. Los cheques llegaron justo antes de Navidad: los recién llegados a la empresa recibieron 2.000 euros y los empleados con más antigüedad 10.000, y en algunos casos necesitados, más.